El alcohol está presente en nuestras vidas desde que asistimos como niños a nuestra primera celebración familiar o social. Cerveza, vino, sidra, licores… desde pequeños aprendemos que son una parte fundamental de cualquier acto social. Brindar, que significa desearle algo bueno a alguien, se brinda con alcohol. Brindar con agua «trae mala suerte» y no está bien visto. Es una pena que una sustancia que asociamos con tantos momentos alegres tenga también un lado muy oscuro: el alcohol produce daños físicos y mentales y además genera adicción.

¿No es verdad que el alcohol, tomado con moderación, puede ser beneficioso?
A pesar de lo que hayas podido leer en algunos medios, no está nada claro que el alcohol en sí mismo tenga beneficios en la salud. Las personas que toman pequeñas cantidades de alcohol de forma regular suelen hacerlo en compañía de otros, y suelen ser personas sin enfermedades previas. Sabemos que unas relaciones sociales sanas favorecen la salud y la longevidad. Es muy posible que sea esto, y no el alcohol, lo que beneficie a estas personas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la mayoría de asociaciones médicas nos recuerdan que el consumo más seguro de alcohol es el que se acerca a cero.
¿Qué problemas físicos ocasiona el consumo de alcohol?
De acuerdo con datos de la OMS, el alcohol es responsable de más de 3 millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo y del 5% de las enfermedades que sufre la humanidad. El alcohol daña todos los órganos, más cuanto mayor sea su consumo. En el hígado el alcohol produce hepatitis (inflamación aguda) y cirrosis (inflamación crónica e irreversible). En el cerebro produce alteraciones en la memoria y en la capacidad de razonar, y finalmente demencia. También aumenta el riesgo de padecer enfermedades mentales y de empeorar las existentes.
El alcohol es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar cáncer, especialmente de mama, de hígado, de próstata, y cáncer oral e intestinal
El alcohol daña el corazón y produce hipertensión arterial. En los varones produce disfunción eréctil y en las mujeres puede alterar el ciclo menstrual e incluso detener la menstruación. El alcohol es uno de los factores de riesgo más importantes para desarrollar cáncer, especialmente de mama, de hígado, de próstata, y cáncer oral e intestinal. Durante el embarazo el alcohol afecta al desarrollo físico y cerebral del feto de forma irreversible. El daño que produce se conoce como síndrome alcohólico fetal.
¿Beber alcohol es lo mismo que ser alcohólico?
No, el trastorno por consumo de alcohol, que es el término actual para definir el alcoholismo, aparece cuando la persona no puede controlar la cantidad que bebe, incluso sabiendo que le está resultando perjudicial. Generalmente esto se acompaña de tolerancia (necesita cada vez más cantidad de alcohol para conseguir los mismos efectos) y síndrome de abstinencia cuando no bebe.
¿Cuáles son las consecuencias de la adicción al alcohol?
Además del daño físico que produce el consumo de alcohol, la adicción en sí misma da lugar a problemas importantes en la vida de la persona afectada. Se reduce el contacto con familiares y amigos y la persona se aísla para beber. Es habitual que rinda menos en el trabajo y que abandone o descuide sus obligaciones laborales y familiares. Es frecuente también que cometa imprudencias graves como conducir bajo los efectos del alcohol, hacer deportes o actividades de riesgo, participar en relaciones sexuales sin protección o gastar dinero propio o de otros. Las personas que están bajo los efectos del alcohol tienen más riesgo de cometer o ser víctimas de delitos, y de suicidarse.
Es habitual que la persona adicta inicialmente niegue el problema y rechace la ayuda
¿Se puede tratar esta adicción?
Sí, pero el primer paso es reconocer que la adicción existe, y aquí es donde se atascan muchas personas. La ayuda de familiares y amigos puede ser muy valiosa en esta etapa, aunque es habitual que la persona adicta inicialmente niegue el problema y rechace la ayuda.
Hay muchas terapias eficaces y lo ideal es seguir un programa personalizado que puede incluir o no una estancia en un centro de desintoxicación y el uso de medicamentos de apoyo. Es imprescindible averiguar y tratar las causas psicológicas que llevaron a la persona a volverse adicta al alcohol, para que no se produzcan recaídas.
Como siempre, prevenir es más eficaz y menos doloroso que tratar. Prevenir incluye educación en la familia y en la escuela para evitar el acceso temprano al consumo de alcohol, que es uno de los factores de riesgo más importantes de abuso posterior. Como sociedad debemos empezar a des-romantizar el alcohol y hablar claro de los enormes daños que produce.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com
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