Como hemos visto, la verborrea en sí misma no es una enfermedad. La verborrea es, o bien un signo de un trastorno neurológico o psiquiátrico, o bien un signo de un problema psicológico o de un rasgo de una personalidad no equilibrada. Por tanto, su abordaje dependerá de la causa que la haya originado.

verborrea
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Personalidades con tendencias verborreicas

Las personas con rasgos egocéntricos, narcisistas, o simplemente muy inseguras, a menudo muestran una verborrea muy acusada que hace que la convivencia con ellas sea muy complicada. Solo una psicoterapia individualizada, regular, mantenida durante un cierto tiempo (a veces se necesitan años) y que aborde los problemas emocionales y las experiencias traumáticas que han dado lugar a esa inseguridad, podrá poner fin a la verborrea. Intentar resolver la verborrea sin más nunca resolverá el problema de forma definitiva.

El mayor obstáculo en estos casos es que la persona afectada no suele reconocer que tiene un problema y no ve la necesidad de acudir a psicoterapia. Muchas personas solo son capaces de tolerar el sufrimiento causado por su inseguridad sepultándola bajo toneladas de arrogancia, narcisismo y otros signos de falsa autoestima. Muchas veces solo largos años de dolor, rechazo y aislamiento social consiguen “despertar” a la persona insegura y convencerla de que tiene que mirar a sus fantasmas de frente.

Las técnicas de atención plena

Pueden ser de gran ayuda para las personas en las cuales la verborrea se produce a consecuencia de la ansiedad o el estrés. Al aplicar la atención plena (en inglés: mindfulness) nos hacemos conscientes del estado de nuestra mente y de las circunstancias de nuestro alrededor. Aprender a respirar con atención calma el flujo de nuestros pensamientos y nos hace, de forma automática, hablar más despacio. Nos hace también aceptar con comodidad los silencios que a veces se producen en las conversaciones, sin intentar llenarlos a toda costa con cualquier frase.

Tengamos o no ansiedad, a todos nos beneficiaría, en estos tiempos de ajetreo y prisas, marcarnos como objetivo aprender a hablar más despacio, hablar menos y escuchar más

De esta forma no solo el habla se hace más clara e inteligible, sino que esto tiene un efecto calmante en la persona que está hablando. Cuando hablas despacio, tu propia voz pausada actúa como un sedante para tu mente (y para quienes te escuchan). Tengamos o no ansiedad, a todos nos beneficiaría, en estos tiempos de ajetreo y prisas, marcarnos como objetivo aprender a hablar más despacio, hablar menos y escuchar más.

La verborrea en los trastornos psiquiátricos o neurológicos

La esquizofrenia, el trastorno bipolar, las primeras fases de la enfermedad de Alzheimer y algunas lesiones cerebrales pueden dar lugar a verborrea. En estos casos el trastorno que da lugar a la verborrea debe tratarse con medidas médicas, en muchos casos con medicamentos. Una intervención psicológica no será efectiva hasta que la causa subyacente no haya sido controlada, aunque puede ayudar una vez pasada la fase aguda.

La verborrea en la infancia

Cuando empiezan a sentir que dominan el lenguaje hablado, las niñas y los niños pequeños pueden atravesar por una fase verborreica: quieren, incluso necesitan, hablar a todas horas, expresar todo lo que está en su mente y narrar todo lo que ven a su alrededor y las experiencias que están teniendo.

Sentarse con los hijos un rato todos los días escuchando con plena atención e interés todo lo que tengan que decir es la mejor forma de parar su verborrea

Esta fase normal suele durar unas semanas o meses solo y es más frecuente en niños y niñas extrovertidos y también en los muy inteligentes y creativos. Cuando se dan cuenta de que la herramienta del lenguaje va a estar siempre a su disposición, generalmente empiezan a hablar más despacio y a elegir lo que desean decir y cuando. La convivencia normal con los demás les enseñará a modular su lenguaje para adaptarlo a las conversaciones.

Hay pequeños que “hablan mucho” porque están buscando una atención que necesitan y nadie les está dando. Por tanto, ellos siguen hablando con la esperanza de que alguien se detenga y los escuche. Desgraciadamente, muchos padres y madres, abrumados con sus propios problemas y tareas, sienten esta verborrea infantil como una carga más y continuamente mandan callar a sus hijos, o desconectan y no los escuchan. Esto tiene un impacto muy negativo en ellos. Sí, al final ya no hablarán más, pero porque habrán aprendido que a nadie le importa lo que tengan que decir.

Sentarse con los hijos un rato todos los días escuchando con plena atención e interés todo lo que tengan que decir es la mejor forma de parar su verborrea. Cuando vean que su mensaje es escuchado y que sus necesidades son atendidas, no necesitarán estar hablando a todas horas.

Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com

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