En los últimos años, ha habido un aumento significativo del conocimiento sobre la importancia de la vitamina D y de todos sus beneficios más allá de su relevante función en el metabolismo óseo. Sin embargo, a pesar de esto y de la evidencia de que una parte de la población, sobre todo personas con patologías crónicas, tiene niveles bajos, rara vez se tiene en cuenta el efecto potencial de los fármacos sobre sus niveles.

vitamina D
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La vitamina D es una vitamina liposoluble que, en animales y humanos está presente como vitamina D3 o colecalciferol y en vegetales como vitamina D2 o ergocalciferol. La fabricamos endógenamente en nuestra piel gracias al contacto con la luz solar y también la recibimos en algunos alimentos, aunque en menor medida. Clásicamente se le atribuye la función de regular la absorción de calcio en el tracto gastrointestinal y controlar su equilibrio en el sistema óseo, sin embargo, en los últimos años ha aparecido valiosa información sobre que esta sustancia vital podría tener otras funciones. Se ha constatado que ciertas afecciones no esqueléticas, como enfermedades cardiovasculares y coronarias, diabetes, algunos tipos de cáncer, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, deterioro cognitivo relacionado con la edad y artritis, pueden estar asociadas con niveles sanguíneos por debajo de lo óptimo de 25-hidroxivitamina D o 25-hidroxicolecalciferol, que es la forma activa. Aunque aún se desconoce si la vitamina D en niveles bajos puede ser una consecuencia o una causa de estos trastornos.

Sabemos que promueve la mineralización del tejido óseo y que también desempeña un papel importante en la función de los músculos y también sabemos que una deficiencia crónica (niveles por debajo de 20nmol/L) es dañina para la salud del esqueleto, lo que puede provocar osteomalacia en adultos o raquitismo en niños. Sin embargo, también se ha demostrado que una insuficiencia de vitamina D (niveles entre 20-30nmol/L) tiene consecuencias negativas para la salud. De hecho, actualmente se conoce su papel imprescindible para el sistema inmunitario, además de su función en los huesos, músculos y crecimiento de los niños.

Parece que las mialgias o dolor y debilidad muscular que pueden aparecer con la toma de estatinas podrían estar relacionadas con niveles más bajos de vitamina D

Todo esto ha vuelto a poner en el punto de mira esta vitamina y también las posibles interacciones con medicamentos, sobre todo aquellas que puedan reducir sus niveles en nuestro organismo. Con los datos que se tienen en la actualidad, se pone de manifiesto que los siguientes grupos de medicamentos pueden afectar el estado de la vitamina D de alguna manera: antiepilépticos, laxantes, metformina, diuréticos, estatinas, bloqueadores de los canales de calcio, antagonistas de la vitamina K, inhibidores de la agregación plaquetaria, digoxina, benzodiazepinas, antidepresivos, inhibidores de la bomba de protones, algunos antihistamínicos, secuestrantes de ácidos biliares, corticosteroides, antimicrobianos, sulfonamidas, inhibidores de la lipasa, hidroxicloroquina, agentes antirretrovirales y ciertos agentes quimioterapéuticos.

En el caso de los antiepilépticos como la carbamazepina, el fenobarbital y la fenitoína aumentan la degradación en el hígado de la vitamina D a metabolitos inactivos, lo que afecta negativamente a la absorción de calcio. Se ha observado que esto produce hipocalcemia y osteomalacia, especialmente como resultado del uso prolongado. Con otros antiepilépticos más modernos, como es el caso de la gabapentina, parece que hay un riesgo elevado de fracturas óseas, aunque parece que no hay problema con la lamotrigina, el levetiracetam o la oxcarbazepina.

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Los laxantes estimulantes, como el áloe, la cáscara sagrada, los compuestos derivados del sen o el bisacodilo, aceleran el movimiento de alimentos y líquidos a través del tracto digestivo, y este tiempo de tránsito potencialmente reducido puede inducir un impacto negativo en la absorción de vitaminas, especialmente aquellas que son liposolubles, como las vitaminas A, D, E y K, así como minerales como calcio, sodio, magnesio y potasio. Esta reducción en la absorción de vitamina D y calcio de los alimentos como resultado de dosis altas y/o uso prolongado de laxantes estimulantes puede conducir a hipocalcemia y osteomalacia.

Los diuréticos son fármacos muy utilizados, sobre todo en personas con patologías cardiovasculares. Las asociaciones entre los niveles de vitamina D y los diuréticos de tipo tiazídicos son controvertidas. Por un lado, algunos estudios han mostrado que la combinación de suplementos con vitamina D (que aumenta la absorción de calcio intestinal) y diuréticos tiazídicos (que disminuyen la excreción de calcio en la orina) teóricamente puede provocar hipercalcemia o exacerbarla, especialmente en personas de edad avanzada, con hiperparatiroidismo o compromiso de la función renal. Algo similar sucede con otros tipos de diuréticos, los datos no son claros y en cualquier caso es importante monitorizar los niveles de vitamina D en personas que los toman de forma crónica.

Las estatinas utilizadas para la hipercolesterolemia limitan la velocidad de síntesis del colesterol en el organismo. Dado que el colesterol es un precursor de la vitamina D, se cree que las estatinas también podrían reducir la producción endógena de esta vitamina.

A pesar de estos efectos potencialmente perjudiciales sobre el estado de la vitamina D, los informes de varios grupos de pacientes han indicado que la administración de atorvastatina puede, curiosamente, aumentar las concentraciones circulantes de 25-hidroxivitamina D. En un estudio, los investigadores identificaron que los pacientes que consumen un suplemento diario con 800 UI de vitamina D tenían niveles sanguíneos de atorvastatina que fueron más bajos que en los sujetos que no estaban recibiendo suplementos, aunque conseguían de igual manera reducir sus niveles de colesterol. Sí parece que las mialgias o dolor y debilidad muscular que pueden aparecer con la toma de estatinas podrían estar relacionadas con niveles más bajos de vitamina D.

Los protectores gástricos, como el omeprazol (un inhibidor de la bomba de protones) también pueden suponer un riesgo para la salud ósea

Los protectores gástricos, como el omeprazol (un inhibidor de la bomba de protones) también pueden suponer un riesgo para la salud ósea. La hipoclorhidria inducida por esta clase de medicamentos podría resultar en malabsorción de calcio, además, de malabsorción de vitamina B12, con la sugerencia de que la exposición prolongada a estos fármacos puede contribuir a un mayor riesgo de osteoporosis. En algunos trabajos se sugiere que puede ser aconsejable considerar la suplementación con vitamina D y calcio para las personas que los utilizan a largo plazo.

También se ha demostrado que la disminución de la densidad mineral ósea y el aumento del riesgo de fracturas en personas con diabetes mellitus tipo 2 se ven favorecidas como resultado de la toma de metformina y de tiazolidinedionas que son fármacos para mejorar la sensibilidad a la insulina.

Hay muchas más interacciones que ya están descritas, por eso, se debe considerar la monitorización de los niveles de vitamina D en personas que tienen tratamientos crónicos y más todavía si son personas polimedicadas. El uso de suplementos puede ser necesario y mejorar su salud, y también es necesario recomendar una adecuada exposición a la luz solar durante todo el año y también una correcta ingesta de nutrientes esenciales para la salud de los huesos, como la vitamina D, el calcio y el magnesio.

Autora: Dra. Laura I. Arranz, Farmacéutica y Dietista – Nutricionista

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