La cúrcuma longa o cúrcuma es una planta herbácea, perenne, floreciente y rizomatosa de la familia del jengibre, Zingiberaceae y originaria del sudeste asiático y de la India. Las raíces de la cúrcuma se utilizan como especia en la cocina.

Esta planta ha recibido abundante atención de los campos científico, médico y culinario. C. longa, que es la fuente de la curcumina, un pigmento polifenólico, se ha utilizado durante siglos por sus efectos terapéuticos en Medicina Ayurvédica y Medicina Tradicional China. Desde hace unos años se ha puesto el foco de atención en todos sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios, neuroprotectores, anticancerígenos, hepatoprotectores y cardioprotectores y se han estudiado sus componentes principales y sus mecanismos de acción.
Potencial terapéutico
En la antigüedad, en Oriente, la cúrcuma se usaba para tratar afecciones inflamatorias de varios órganos, para problemas hepáticos y del tracto digestivo y para curar heridas. En la década de 1970, se llevó a cabo la primera investigación sobre los beneficios para la salud de la curcumina. En estos y en estudios posteriores se demostró que la curcumina tiene múltiples potencialidades terapéuticas.
Las propiedades antioxidantes son las que más se han estudiado y son de gran interés para nuestra salud pues el estrés oxidativo está en muchísimos procesos patológicos, sobre todo en aquellos que se cronifican. También se le conocen propiedades antiinflamatorias, en parte debido a su capacidad antioxidante, pues el estrés oxidativo provoca inflamación a nivel crónico, pero también por otros mecanismos como la reducción de sustancias proinflamatorias en el organismo. Estos dos beneficios para la salud tienen un gran potencial beneficioso para muchísimas patologías, sobre todo aquellas crónicas en las que hay inflamación, dolor, daño oxidativo y degeneración.
La naturaleza hidrófoba de la curcumina hace que no tenga afinidad por el agua y eso implica una baja tasa de absorción en el tracto gastrointestinal
Pero, además, a la cúrcuma se le conocen propiedades neuroprotectoras. Los trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Parkinson y la enfermedad de Alzheimer, la depresión mayor y la epilepsia afectan a millones de personas en todo el mundo, con una tasa de incidencia cada vez mayor. La neuroinflamación es una inflamación crónica que conduce a degradación y muerte de las neuronas y la curcumina puede protegernos de ello gracias a sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias a ese nivel.
Y, aunque todavía queda mucha investigación para llevarlo a la práctica en el tratamiento del cáncer, se ha demostrado que la curcumina previene la carcinogénesis al afectar dos procesos: la angiogénesis, crecimiento de vasos sanguíneos en tejido tumoral, y el crecimiento de células cancerosas. También suprime la metástasis de las células cancerosas e induce la muerte de las células cancerosas.
Con todas estas acciones conocidas la curcumina podría llegar a ser una buena terapia complementaria en trastornos inflamatorios crónicos como artritis, artrosis, enfermedades inflamatorias del intestino, psoriasis, dermatitis y diferentes tipos de dolor, incluido el dolor neuropático. Y también en enfermedades cardiovasculares, que son un gran problema de salud pública, puesto que los estudios han demostrado efectos protectores sobre la aterosclerosis, la hipertrofia cardíaca, la insuficiencia cardíaca, el aneurisma aórtico, el accidente cerebrovascular, el infarto de miocardio y las complicaciones cardiovasculares de la diabetes.
También se han realizado estudios en contexto inflamatorio agudo, como es el caso de la infección por COVID-19. Seis estudios mostraron que la suplementación con curcumina condujo a una disminución significativa de los síntomas, la duración de la hospitalización y las muertes. Además, todos estos estudios mostraron que la intervención condujo a una mejora de los efectos de la tormenta de citocinas inflamatorias que se cree que son la fuerza impulsora en los casos graves de COVID-19. Estos hallazgos sugieren que la curcumina ejerce sus efectos beneficiosos a través de la restauración, al menos parcial, del equilibrio proinflamatorio/antiinflamatorio, de manera que puede ofrecer una opción eficaz y segura para mejorar la evolución de la enfermedad por COVID-19.

Biodisponibilidad y papel del microbiota intestinal
Sin embargo, todavía queda por ver cómo aprovechar todo su potencial terapéutico debido a su baja biodisponibilidad, tomada vía oral se absorbe muy poco. La naturaleza hidrófoba de la curcumina hace que no tenga afinidad por el agua y eso implica una baja tasa de absorción en el tracto gastrointestinal. Aunque puede mejorarse su absorción administrada en medios grasos, por ejemplo, la combinación de cúrcuma con aceite de oliva virgen extra es una buena idea para mejorar su absorción y también para potenciar los efectos beneficiosos de ambos alimentos.
Por otro lado, la curcumina tiene un metabolismo estable, pero se degrada de forma muy rápida a través del metabolismo hepático y se elimina a través de las heces. Por eso, en muchas ocasiones se combina con pimienta negra para conseguir que permanezca más tiempo en el organismo, pues esta otra especia bloquea, en parte, su degradación. Por eso, si utilizamos cúrcuma en la cocina es interesante hacerlo en preparaciones que incorporen algo de aceite y también algo de pimienta negra.
La cúrcuma tiene un gran potencial y aunque quedan muchos estudios por delante para llegar a un uso terapéutico más generalizado, son muchos los beneficios que ya conocemos de la «especia dorada»
Sin embargo, hay algo que explica la paradoja de la curcumina en cuanto a su baja biodisponibilidad y sus beneficios comprobados en la salud. Y es que se ha demostrado que la curcumina y sus metabolitos interaccionan con el microbiota. Por un lado, se conoce la acción reguladora de la microflora intestinal por parte la curcumina. La curcumina ayuda a que tengamos una mejor salud de nuestras bacterias intestinales (y no olvidemos que éstas tienen un papel clave en la regulación de la inflamación en el organismo). Y, por otro, la acción del microbiota intestinal transformando la curcumina en metabolitos, que son sustancias que sí las podría absorber el organismo y podrían ser las responsables de todos o parte de sus efectos beneficiosos. Son muchos los estudios que están poniendo el foco en este punto.
Advertencias
Los estudios sobre la curcumina coinciden en su buen perfil de seguridad. Por supuesto, su uso como especia no entraña ningún riesgo, sin embargo, si vamos a usar altas dosis o un complemento alimenticio, deberíamos tener en cuenta algunas posibles interacciones. Junto con Ginkgo biloba o ajo o con algún anticoagulante, como el ácido acetilsalicílico, la Warfarina, el acenocumarol y otros, la cúrcuma puede intensificar su acción, dando lugar a graves consecuencias, como hemorragias. Además, según estudios en animales, la cúrcuma puede reducir el azúcar en la sangre y, como resultado, tiene efectos aditivos con los antidiabéticos orales y la insulina. Además, como la cúrcuma puede disminuir la presión arterial, tiene efectos aditivos si se toma con antihipertensivos. Dado que la curcumina puede inhibir la actividad antitumoral de los quimioterapéuticos, su uso durante la quimioterapia sólo debe realizarse bajo supervisión médica. Por último, la cúrcuma, conocida por sus propiedades digestivas, aumenta los niveles de ácido estomacal y, cuando se toma con antiácidos, como cimetidina, famotidina, ranitidina u omeprazol, puede reducir su eficacia.
Sin duda, la cúrcuma tiene un gran potencial y aunque quedan muchos estudios por delante para llegar a un uso terapéutico más generalizado, está claro que son muchos los beneficios que ya conocemos de la «especia dorada».
Autora: Dra. Laura I. Arranz, Farmacéutica y Dietista- Nutricionista
Suscríbete a la Newsletter y recibe El Botiquín Natural gratis cada mes en tu correo
El Botiquín Natural, Prensa Independiente y Gratuita
Leer El Botiquín Natural Marzo 2023