Es un hecho evidente que cada vez hay más personas que tienen problemas gastrointestinales, principalmente por el ritmo de vida que llevamos con gran nivel de estrés y ansiedad y también por los hábitos dietéticos nada ideales. También se hace patente que son muchos los casos de personas con diferentes patologías como fibromialgia, endometriosis, dolor pélvico crónico, neuralgias, etc., que padecen trastornos gastrointestinales como uno de sus síntomas principales. Estamos ante algo que merece toda nuestra atención pues ya hace un tiempo que los estudios y la evidencia científica nos aporta datos sobre la alta prevalencia de estos trastornos gastrointestinales y su tendencia al alza, y también sobre su relación, no casual, con patologías reumáticas y otras que cursan con dolor crónico.

¿Qué es lo que está pasando en la base del dolor crónico, la obesidad y los trastornos gastrointestinales?
Hay un factor clave presente en todas estas situaciones que es la inflamación sistémica crónica o aumento leve-moderado y sostenido de citoquinas inflamatorias y de estrés oxidativo que empeoran los síntomas y nos hacen más prUna buena manera de empezar a resolver situaciones en las que puede haber exceso de peso, dolor cronificado y alteraciones gastrointestinales es empezar por estas últimas con un buen tratamiento dietético y quizás algunos probióticos. Pero para implementar un tratamiento adecuado debemos tener un diagnóstico adecuado. No es recomendable empezar dietas de eliminación (de gluten, lactosa, fructosa, sorbitol, etc.) sin tener un buen diagnóstico o una sospecha muy clara, por los síntomas de la persona al comer ciertos alimentos, de que uno de esos elementos puede ser el problema. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que podemos estar implementando un tratamiento dietético equivocado.
Nuestro sistema gastrointestinal y nuestro cuerpo es complejo y su relación con el sistema nervioso y la regulación del metabolismo es clave
Así, en el inicio de un abordaje nutricional de una persona con trastornos gastrointestinales sin un diagnóstico claro, es necesario pautar una dieta en la que se garantice todo su potencial en contenido de nutrientes, capacidad antioxidante y antiinflamatoria, eliminando además los alimentos proinflamatorios (exceso de calorías, azúcares, grasas saturadas y trans). Con una primera fase mejorando la dieta del paciente siempre hay cierto grado de mejoría, a veces considerable, y a partir de ahí es más fácil «leer» adecuadamente los síntomas que sí permanecen y seguir con un protocolo coherente con las pruebas diagnósticas que se consideren oportunas.
Son muchos los problemas diferentes que pueden estar presentes en una persona con trastornos gastrointestinales y, además, para complicar más el asunto, muchos de ellos pueden ser secundarios, es decir, son un problema que se deriva de otra situación anómala de base, con lo que, solucionando la raíz del problema, el trastorno desaparecerá. Esto pasa con muchos casos de intolerancias a lactosa, sorbitol, fructosa, etc., incluso en algunos con sensibilidad al gluten no celíaca, que en un porcentaje importante son consecuencia de todo el estado inflamatorio, de la alteración de la funcionalidad gastrointestinal y/o de la microbiota (alteración en la composición y/o cantidad de las bacterias intestinales).
Por eso, es necesaria una valoración nutricional durante un tiempo para poder planificar después una pauta dietética de eliminación, si hace falta, y posteriormente valorar la reintroducción de los alimentos eliminados para ver si se vuelven a tolerar y en qué cantidad se podrían volver a tomar.
Normalmente los médicos de la especialidad digestiva hacen unas primeras pruebas para descartar problemas como infección por Helicobacter pylori o enfermedades inflamatorias como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn e incluso se suele hacer el screening de enfermedad celíaca. Si todo esto está descartado, es importante que la persona haga una dieta adecuada, potenciando antiinflamatorios y antioxidantes y evitando proinflamatorios, y empezar a descartar intolerancias a la lactosa, fructosa y sorbitol, si es necesario con test de hidrógeno y metano espirado. Estas pruebas son sencillas y no invasivas, se realizan midiendo el hidrógeno y el metano espirado después de tomar estos elementos de la dieta, son baratas y merece mucho la pena realizarlas. Si salen positivas, hay que eliminar el elemento en cuestión que está causando el problema, sin perder de vista que en unos 3 meses o poco más, después de una buena pauta dietética, convendría repetir la prueba para ver si se ha resuelto el problema (por ser secundario) o si persiste (por ser primario).

Si las pruebas a estas intolerancias salen negativas, podemos sospechar de otros problemas como disbiosis intestinal (alteración en la composición de microorganismos), sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), candidiasis intestinal o incluso intolerancia a la histamina. Su diagnóstico no es tan fácil y no existen protocolos tan definidos, pero lógicamente con el «trabajo» conjunto del propio paciente, su médico digestivo y el dietista-nutricionista, podemos llegar a buen puerto. Si todo lo anterior se descarta, entonces el diagnóstico más probable es un síndrome de colon irritable ya que estaríamos ante una alteración funcional que no responde a daño o alteraciones físicas en el intestino ni tampoco a intolerancias o alteraciones de la microbiota. En este caso es muy importante mantener una alimentación saludable, baja en alimentos que producen gran fermentación como las legumbres o las coles o muchos alimentos procesados, entre otros, y tener muy en cuenta que factores como es estrés y la falta de sueño afectarán de forma muy directa y negativa.
También la fitoterapia nos puede ser de gran ayuda con soluciones naturales para mejorar las digestiones, reducir los gases y los espasmos intestinales
El papel de la dieta
La dieta importa mucho, es compleja y es una herramienta muy potente y un buen asesoramiento nutricional o un buen abordaje nutricional nos puede resolver el problema. Los trastornos gastrointestinales no son algo trivial, son muy importantes, afectan a la calidad de vida de las personas, a su nivel de energía, a su manera de comer, a su capacidad de absorber nutrientes, a su estado de ánimo (las bacterias intestinales fabrican el 95% de la serotonina que necesitamos para sentirnos vitales y emocionalmente bien), a su peso corporal y a su salud en general. Por eso, no es algo secundario que se solucione solo con fármacos para mejorar el tránsito intestinal o para controlar los espasmos abdominales, sino que es necesario ir a la raíz del problema y trabajar muy bien el abordaje nutricional y el tratamiento dietético adecuado para cada caso y para cada momento. También la fitoterapia nos puede ser de gran ayuda con soluciones naturales para mejorar las digestiones, reducir los gases y los espasmos intestinales.
Y no debemos perder de vista la relación con otros problemas de salud puesto que ahora sabemos que gran parte de nuestro bienestar y de la regulación de muchos procesos fisiológicos está en nuestro intestino. Muchas personas llegan a situaciones desesperadas y totalmente confusos con respecto a lo que les está pasando y a lo que deben, o no deben, comer, etc. Nuestro sistema gastrointestinal y nuestro cuerpo es complejo y su relación con el sistema nervioso y la regulación del metabolismo es clave. Si tienes molestias gastrointestinales no las dejes pasar, más todavía si tienes una patología con dolor crónico como la fibromialgia, la endometriosis, etc. Consulta siempre con un profesional que te pueda ayudar.
Autora: Dra. Laura I. Arranz, Farmacéutica y Dietista- Nutricionista
Suscríbete a la Newsletter y recibe El Botiquín Natural gratis cada mes en tu correo
El Botiquín Natural, Prensa Independiente y Gratuita
Leer El Botiquín Natural Febrero 2023