El desarrollo cerebral durante la infancia es increíble y fascinante. Ignorado durante la mayor parte de la historia de la humanidad, no es hasta el siglo XIX cuando nuestros antepasados empezaron a prestar atención a los dramáticos cambios que ocurren en la conducta de los niños y las niñas pequeños, en cuestión a veces de días. El famoso biólogo Charles Darwin, más conocido por sus contribuciones a la teoría de la evolución, fue una de las primeras personas en describir el desarrollo infantil desde un punto de vista científico. En su diario que luego se convirtió en un libro, Un esbozo biográfico de un bebé, Darwin describió cada comportamiento y habilidad nueva que veía aparecer en sus propios hijos, día tras día. Su mujer Emma también contribuyó más adelante con sus propias observaciones.

Retraso del desarrollo
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A lo largo del siglo XX la psicología evolutiva experimentó un avance espectacular y se puede decir que hoy día desconocemos ya pocas cosas del desarrollo del cerebro humano, aunque a cualquiera que conviva con bebés y niños pequeños, y se interese en observarlos, las cosas que hacen y su capacidad para aprender y evolucionar con tanta rapidez todavía le seguirán pareciendo un poco misteriosas, y seguramente, mágicas.

Cómo se desarrollan los bebés

El desarrollo de las diferentes áreas de la inteligencia y capacidad humanas (las destrezas motoras, la capacidad de comprensión, el lenguaje y la comunicación, las habilidades sociales, la capacidad de entender y pensar) siguen un orden establecido.

Por ejemplo, antes de poder ponerse en pie y dar pasos, los bebés deben dominar el arte de sentarse. Y antes de usar palabras con significado, tiene que poder entenderlas cuando las oyen decir a sus progenitores y otros cuidadores. Estas secuencias reflejan el orden en que las diferentes áreas del cerebro humano maduran.

En contraste con esto, la edad en la que aparecen las diferentes funciones puede variar bastante entre unos bebés y otros. Por ejemplo, los bebés más precoces empiezan a andar a los 9 meses, mientras que los más tardones lo hacen a los 18 meses. ¡Y ambas situaciones son normales! Sin embargo, una gran mayoría de niñas y niños sanos están dando pasos entre los 11 y los 14 meses, lo que lleva a muchos padres a preocuparse si su hijo o hija parece ser más lento que la media.

A cualquier edad, hay signos que nos deben alertar y nos deben hacer consultar con prontitud

Igualmente hay muchos niños y niñas que a los 2 años ya están hablando por los codos y empezando a montar sus primeras frases, mientras que a otros todavía les cuesta pronunciar sus primeras palabras a esa misma edad. El desarrollo del lenguaje también puede variar notablemente entre unos niños y otros, y en la mayoría de los casos los niños se equipararán unos a otros alrededor de los 4 años. Sin embargo en algunos casos el ritmo de adquisición de habilidades intelectuales y motoras se retrasa más que lo que se considera como una variación normal. En estos casos hablamos de retraso del desarrollo psicomotor.

Causas del retraso en el desarrollo

Puede haber muchos motivos por los que el desarrollo de un bebé o niño pequeño vaya por detrás de lo esperado. Los bebés y niños pequeños necesitan un ambiente estimulante para aprender y desarrollar sus habilidades. Si no se les hace caso ni se les da la oportunidad de jugar y experimentar con su entorno, su desarrollo se afectará. Esto se ve en niñas y niños que crecen en orfanatos, o en familias con pocos recursos y un bajo nivel educativo. En estos casos, si se cambia pronto el ambiente donde está creciendo ese bebé, la recuperación del desarrollo puede ser total.

Los bebés y niños/as necesitan un ambiente emocional seguro para crecer física e intelectualmente. Por muchos libros y puzles que haya en una casa, si falta amor, o si hay violencia de cualquier tipo, el estrés afectará al cerebro en desarrollo y le impedirá desplegar todo su potencial.

Retraso del desarrollo
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Los niños y niñas que tienen enfermedades físicas importantes o que necesitan operaciones quirúrgicas en los primeros meses y años de vida pueden mostrar un desarrollo más lento, por haber tenido que pasar más tiempo en la cama o en casa. Si la enfermedad mejora y el pequeño puede empezar a tener una actividad más normal, la recuperación va a ser en general muy buena.

Desafortunadamente, otros casos de retraso del desarrollo se deben a que hay una anomalía o daño en el cerebro. Algunas veces este problema se puede ver en pruebas médicas como la resonancia cerebral, los análisis de sangre o los tests genéticos, pero todavía hay algunas enfermedades del cerebro que no hemos conseguido identificar. Aunque la intervención temprana con programas de fisioterapia, estimulación, etc., pueden ayudar a estos niños y niñas a mejorar significativamente, en muchos casos, la recuperación no va a ser total.

Cuándo preocuparse

Durante el programa de supervisión para niños y niñas sanos, el pediatra y/o la enfermera o enfermero pediátricos van a preguntarte en cada visita si tu hijo ya hace o no determinadas cosas. Al igual que con las gráficas donde se anotan el peso y la altura de los niños para comprobar que están creciendo de acuerdo a lo esperado, existen tablas que nos dicen si el desarrollo de un bebé está dentro de los parámetros normales.

Estos chequeos son importantes porque permiten identificar a aquellos niños y niñas que quizá no se estén desarrollando a la velocidad esperada, y enviarlos a un especialista en desarrollo para una evaluación más detallada. Estas visitas son una buena oportunidad para que resuelvas tus dudas acerca del desarrollo de tu hija o hijo y para que aprendas qué habilidades debería empezar a mostrar en los próximos meses y cómo puedes proporcionar un ambiente estimulante y enriquecedor para que esto ocurra.

Los bebés y niños/as necesitan un ambiente emocional seguro para crecer física e intelectualmente

Es también buena idea leer algún libro para padres sobre desarrollo infantil para saber qué podemos esperar a cada edad. Recuerda que el rango de la normalidad es muy amplio y que en la mayoría de los casos, lo que percibes como «retraso», no será tal, pero siempre es bueno observar la trayectoria de tu hija/o y comentar con vuestro pediatra aquellas cosas que os llamen la atención.

A cualquier edad, hay signos que nos deben alertar y nos deben hacer consultar con prontitud:

  • la falta de respuesta o interés por los sonidos, la música, las canciones, o los objetos de su entorno;
  • la falta de interés por interactuar con los padres y otros cuidadores, los bebés que miran poco a los ojos y sonríen infrecuentemente; los bebés que no muestran interés por jugar al cus-cús u otros juegos similares, y que no imitan ni hacen ningún gesto para comunicarse cuando se acercan al año;
  • la falta de interés por jugar y explorar objetos, por ejemplo, el bebé o niño pequeño que solo golpea juguetes unos con otros o contra el suelo, o los arroja;
  • la pérdida de habilidades, por ejemplo, la niña o el niño que ya llamaban ma-má y pa-pá y usaban 1-2 palabras más, y dejan de decirlas;
  • la falta de tono o fuerza muscular, por ejemplo el bebé que parece muy «blandito» y elástico; o por el contrario cuando hay mucho tono muscular, por ejemplo si nos cuesta cambiar los pañales porque las piernas o las caderas están duras y poco flexibles. También es un signo de alarma si observamos diferencias entre un lado y otro del cuerpo, por ejemplo un bebé que siempre usa la misma mano para agarrar algo, incluso aunque el juguete esté más cerca de la otra mano.

En cuestión de desarrollo cerebral el tiempo es oro, cuanto antes se intervenga mejor será el pronóstico. Si tienes dudas, consulta. Es mejor pasarte de precavida, que callarte y esperar.

Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com

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