¿Te ha dicho tu hija adolescente que quiere hacerse un piercing? ¿Has visto a tu hijo de 15 años buscando centros donde los hagan? ¿Has visto a algún amigo de tus hijos con un piercing en la lengua y temes que tu hija quiera imitarlo? Los piercings entre adolescentes son cada vez más populares, por lo que no sería raro que te encontraras con una de estas situaciones. En EEUU, uno de cada cuatro adolescentes de ambos sexos tiene un piercing hecho en alguna parte del cuerpo, sin contar los de las orejas.

Piercings
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¿Qué es un piercing?

Este anglicismo (término adoptado del inglés) viene del verbo to pierce, perforar. Significa exactamente eso: perforar una parte del cuerpo para colocar un anillo o cualquier otro objeto cosmético o decorativo. Aunque parezca algo reciente, los piercings han existido en la mayor parte de las culturas tradicionales. Generalmente se usaban en el trascurso de ceremonias, para marcar el paso de la infancia a la vida adulta. En otros casos se han usado para señalar algún rasgo de la identidad, por ejemplo, el sexo. En España y muchos países de Hispanoamérica existe la tradición de agujerear las orejas de las recién nacidas y ponerles pendientes y mostrar así al mundo que son niñas, y no varones. Esto no es sino una forma más de piercing.

No es por tanto tan extraño que muchas y muchos adolescentes busquen en el piercing una forma de expresar su identidad, de dejar atrás la niñez, o de sentir que pertenecen a un grupo o comunidad. Probablemente todavía conservamos en nuestra memoria inconsciente esos ritos de paso a la vida adulta que nos ayudaban a encontrar nuestro sitio en la sociedad y reforzaban nuestro sentido de pertenencia.

¿En qué partes del cuerpo puede hacerse una persona un piercing?

En principio en cualquier parte de cuerpo, pero los más comunes se encuentran en la ceja, el labio, el tabique nasal o los laterales de la nariz, el ombligo, la lengua, las orejas, los pezones o incluso los genitales.

¿Es peligroso hacerse un piercing?

No tiene por qué serlo si se hacen y si se cuidan bien (la segunda parte es tan importante como la primera, pero a menudo no se tiene en cuenta como se debería). El piercing debe hacerse en un centro especializado y autorizado, por parte de personal entrenado y en condiciones higiénicas.

Asegúrate de que conoce el procedimiento, las posibles complicaciones, y, sobre todo, los cuidados constantes que el piercing va a requerir en los meses siguientes

Un piercing es una herida en la piel o en la mucosa, y por tanto debe cicatrizar. Esto lleva semanas o meses, según la localización, y durante este tiempo existe el riesgo de que se infecte. Hay que seguir las indicaciones específicas que proporcione el centro donde se haga el piercing. En general estas indicaciones incluyen desinfectar bien el área donde se ha hecho el piercing varias veces al día durante semanas o meses, evitar tocarlo excepto para los cuidados, evitar usar maquillajes, ropas ajustadas o acudir a piscinas o saunas, y no retirar el anillo original.

Algunos piercings requieren cuidados especiales. Con los situados en la boca hay que extremar la higiene oral, cepillar los dientes y enjuagar la boca con un antiséptico después de cada comida, y evitar ciertos alimentos que pueden irritar la herida.

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Aun con todos los cuidados bien hechos, las complicaciones ocurren en uno de cada tres casos, y es importante conocerlas y tratarlas cuanto antes para evitar que se hagan graves. Las complicaciones más frecuentes son:

  • Infección. Cuando la zona que rodea al piercing sigue roja, inflamada y dolorosa después de los primeros días, o empieza a estarlo cuando parecía que iba mejorando, hay que sospechar que se ha infectado. Es urgente tratar lo antes posible, en muchos casos puede ser suficiente con aplicar tratamiento antibiótico localizado, pero a veces será necesario tomar antibióticos orales. Ambos tratamientos deben estar prescritos y supervisados por un médico.
  • Reacción alérgica a la joya u objeto decorativo que se use. Las más frecuentes son al níquel, pero puede ocurrir con cualquier otro material. En este caso la zona se verá roja y suele picar. Hay que retirar siempre la joya y en muchos casos usar cremas con corticoides o tomar corticoides orales para controlar la reacción alérgica. De nuevo, esto debe ser supervisado por un médico.
  • Traumatismos dentales en los piercings situados en la lengua, labios u otras partes de la boca. También puede ocurrir que se inflamen las encías.
  • Problemas sexuales. Los piercings situados en genitales pueden romper o dañar los preservativos o el diafragma y aumentar el riesgo de embarazo no deseado y de enfermedades de transmisión sexual. También pueden producir irritación o abrasión en la piel de la pareja sexual.
  • Si el material que se usa para el piercing es nuevo y estéril y se maneja con higiene, el procedimiento no tiene por qué aumentar el riesgo de contraer enfermedades como la hepatitis, el VIH o el tétanos. En cualquier caso, y además de comprobar las credenciales del centro, no está de más asegurarse de estar al día con las vacunas de la hepatitis B y el tétanos.

Habla con tu adolescente

En España es necesario el consentimiento paterno para hacerse un piercing o un tatuaje antes de los 18 años. Quizá después de lo que has leído tu reacción ante el posible piercing de tu hija o hijo sea decir «No, mientras seas menor de edad, ¡no!». Aunque tu preocupación es real y aunque esta reacción es entendible y tentadora, quizá no sea la más beneficiosa para el o la adolescente, por varios motivos. En primer lugar, porque pueden buscar, y conseguir, que se lo hagan en un centro no adecuado o por personas no profesionales. Y aunque lo puedas denunciar a posteriori, el daño ya estará hecho y la salud de tu hija o hijo puede verse dañada. En segundo lugar, porque cuando cumplan 18 años lo van a hacer de todas formas, y por el hecho de tener 18 años y un día nadie adquiere madurez inmediata ni la claridad para elegir bien este tipo de cosas. Cuanto mejor asesorados estén, sea cual sea su edad, mejor será para ellos.

Empieza escuchando a tu hija o hijo y pregunta, con curiosidad, como si lo hicieras con un amigo, por qué quiere hacérselo. Recuerda que los adolescentes no consideran que hacerse un piercing consista en dañar su cuerpo, sino que es una forma de crear y expresar.

Aun con todos los cuidados bien hechos, las complicaciones ocurren en uno de cada tres casos

A continuación, asegúrate de que conoce el procedimiento, las posibles complicaciones, y, sobre todo, los cuidados constantes que el piercing va a requerir en los meses siguientes. No presentes estos hechos como amenaza o como intento de disuasión, sino de la forma más clara, objetiva y neutra posible. Quizá lo mejor sea acudir a uno de los centros que tú o tu hija/o hayáis pre-seleccionado y que sea el profesional el que explique los cuidados post-procedimiento. Los buenos profesionales del piercing son muy estrictos con este tema precisamente porque no quieren tener complicaciones. Escucharle te permitirá saber si es un profesional competente, y a tu hijo/a, tomar conciencia de la seriedad del proceso y decidir si quiere o no seguir adelante.

Los y las adolescentes con enfermedades del corazón o del sistema inmune, con diabetes o con problemas de coagulación de la sangre corren más riesgos de lo habitual al hacerse un piercing. En estos casos es recomendable consultar antes con el pediatra. En otras situaciones puede ser mejor retrasar el procedimiento, por ejemplo, si el adolescente tiene caries o necesita un tratamiento con ortodoncia, si se está recuperando de una enfermedad o tiene o ha tenido recientemente un trastorno de la conducta alimentaria. Por supuesto el embarazo y la lactancia no son momentos adecuados para hacerse un piercing.

Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com

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1 COMENTARIO

  1. Excelente artículo el de las perforaciones en adolescentes. Lo he compartido en Facebook.

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