La adolescencia es una época de aventuras, exploración y descubrimientos, una etapa de transformación en la que se adquieren libertad y responsabilidades, y en la que ocurren rápidos y profundos cambios físicos, psicológicos y sociales. Pero también, quizá precisamente por esto, es un periodo de confusión, de inseguridad y de conflictos que se alargan hasta el momento en que se termina de formar la personalidad.
La adolescencia no es fácil para casi nadie. La necesidad de ser aceptado o aceptada por el grupo, las demandas académicas, la rebelión frente a las normas impuestas por la sociedad, la búsqueda de la propia identidad… son todas cuestiones importantes que en la adolescencia surgen a la vez y además bajo la influencia de los cambios hormonales.
El alcohol, el tabaco y las drogas son uno de los aspectos con los que los y las adolescentes van a entrar en contacto en esta etapa. El contacto en sí no es peligroso, el peligro ocurre cuando se pasa al abuso de estas sustancias y de ahí a la adicción.
¿Qué drogas consumen los y las adolescentes en España?
De acuerdo al Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones – Informe 2020, casi el 80% de los adolescentes de ambos sexos han tomado alcohol alguna vez en su vida y más de la mitad lo habían consumido en el mes precedente a ser encuestados. A continuación, un 40% de adolescentes refiere haber fumado tabaco alguna vez y un 25% lo hizo en el mes anterior a la encuesta. La tercera droga en frecuencia de consumo en la adolescencia es el cannabis, que un tercio de los y las adolescentes declaran haber probado. Casi uno de cada cinco ha tomado alguna vez sedantes o hipnóticos.
El consumo de otras drogas es mucho más raro: el de cocaína, anfetaminas y éxtasis no pasa del 3%.
La edad media en el consumo de alcohol, tabaco y sedantes en España son los 14 años, mientras que para el cannabis y otras drogas suele ser alrededor de los 15 años.
Hay ciertas diferencias en cuanto al sexo: las mujeres consumen con más frecuencia sustancias hipnótico-sedantes y tabaco, mientras que en los varones es más prevalente el consumo de cocaína, éxtasis, cannabis, alucinógenos y anfetaminas. El consumo de alcohol es prácticamente idéntico en hombres y mujeres a estas edades.
¿Qué signos indican que mi hija o mi hijo están tomando drogas?
Como se ha mencionado antes, la gran mayoría de adolescentes van al menos a probar alcohol, tabaco y quizá cannabis o alguna otra droga ilegal en algún momento, bien por curiosidad, bien por presión de sus compañeros o amigos que ya lo han hecho; y en ocasiones por estrés, o por desafiar prohibiciones. Pero, excepto para el alcohol y el tabaco, solo una minoría va a consumir drogas de forma habitual. Cuando esto ocurre podemos observar que el o la adolescente:
- Tiene altibajos emocionales, más pronunciados e ilógicos que los habituales en la adolescencia.
- Pierde el interés en actividades que antes le gustaban, se vuelve muy apático.
- Descuida su apariencia personal y su higiene.
- Descuida sus actividades académicas y se resienten sus resultados.
- Pierde peso o cambia su patrón alimentario, tiene hambre de repente, se da atracones y luego pasa mucho tiempo sin comer.
- Tiene problemas para conciliar el sueño, o está ansioso, irritable o excesivamente cansado.
- Cambia de amistades y mantiene en secreto a sus nuevos amigos/as; o se hace amigo/a de personas ajenas a su círculo habitual y en general de más edad.
- Necesita más dinero para sus actividades habituales, o trata de conseguir dinero extra por medios legales o ilegales.
Por supuesto, estos signos pueden deberse a otras causas y por sí mismos no indican que haya un consumo o abuso de drogas, pero deben alertar de que algo está ocurriendo y motivar una investigación.
La comunicación constante es fundamental y debería haber empezado mucho antes de la adolescencia
Confirmar las sospechas
La mejor forma de confirmar o descartar que un adolescente está consumiendo drogas es preguntarle directamente, pero esta pregunta debe hacerse de forma empática, respetuosa y sin juzgar. Hay que transmitir que preguntamos porque estamos preocupados y queremos ayudar. Si el adolescente confiesa que ha estado consumiendo drogas hay que averiguar por qué con el menor dramatismo posible, haciendo preguntas con interés y respeto; de nuevo es vital escuchar sus razones, abiertamente y sin juzgar, y tratar de entenderlas. Consumir drogas no es un reflejo de la personalidad o el carácter de alguien y nadie es mejor o peor persona por esto.
Si el adolescente niega el consumo, pero los signos son claros y consistentes, es mejor no enfrentarse, sino buscar ayuda profesional. Hablar lo primero con vuestro pediatra. Si tu pediatra conoce a tu hija o hijo desde hace tiempo, una consulta a solas con él o ella puede animar al adolescente a hablar del tema sin temor a que sus padres se enfaden. El pediatra puede remitir a los servicios de salud mental infanto-juvenil correspondientes, que tienen unidades específicas para tratar con estos problemas.
El consumo y abuso de drogas, así como la adicción, se pueden tratar, y cuanto antes se intervenga, mejor. Intentar convencer a tu hijo o hija para que “confiese”, amenazarle, prohibirle salir de casa o castigos similares no tienen ningún efecto positivo y solo conducen al adolescente a “escapar” más aún a su mundo y a consumir más para conseguir esa huida.
En lugar de esto, busca ayuda profesional lo antes posible.
El consumo y abuso de drogas, así como la adicción, se pueden tratar, y cuanto antes se intervenga, mejor
Prevenir el consumo de drogas
Aunque no es posible evitar que los adolescentes prueben una o varias sustancias en esta etapa, sí podemos darles herramientas para que les resulte más fácil mantenerse alejados de un consumo continuado y posteriormente de un abuso.
Hablar con ellos antes de que surja la oportunidad de que se vean expuestos, explicar por qué la gente consume drogas, cuáles son sus efectos y peligros (sin demonizarlas ni demonizar a quien las consume), cómo pueden decir que no quieren consumir en una situación de presión social, y a quién acudir para pedir ayuda si se ven en apuros, dota al adolescente de recursos para manejarse mejor en estas situaciones. Asegurar que estaremos ahí para ayudar si alguna vez consumen de forma más o menos intencional una droga, o si se emborrachan, y que no castigaremos ni juzgaremos, deja la puerta abierta a la comunicación y hace más improbable que lo oculten o mientan.
La comunicación constante es fundamental y debería haber empezado mucho antes de la adolescencia. Si nunca has hablado de verdad con tu hijo o hija y de repente les preguntas si consumen drogas, lo lógico es que no contesten o mientan, puesto que no se ha generado la confianza entre vosotros para que te cuenten una cosa tan sensible.
Muchos padres y madres no son conscientes de que durante la infancia, nunca tuvieron el tiempo o la curiosidad de escuchar de verdad a sus hijas e hijos. Ocupados con llevar adelante la casa y la familia, y con sus propios problemas, muchos progenitores no se comunican con sus hijos excepto para darles instrucciones. Pero establecer una relación de confianza requiere tiempo y debe comenzar en la infancia. Esta es la mejor forma de prevenir los problemas con las drogas y otras situaciones de riesgo que pueden ocurrir en la adolescencia.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com
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