Aunque se siguen descubriendo constantemente nuevos datos, el microbiota intestinal se puede considerar que es lo que algunos investigadores han calificado como «el último gran órgano por descubrir de nuestro sistema». Existen muchas líneas diferentes de investigación, pero ya sabemos que nuestro organismo es una especie de microuniverso poblado por miles de millones de bacterias esenciales para mantener nuestra salud y el equilibrio con el exterior.

SIBO
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Sabemos que sólo somos un 10% de células humanas y el resto lo conforman billones de microorganismos, muchos de los cuales aún no han sido identificados. Y la mayor parte de este microbioma humano habita en el colon. Cuando bacterias residentes en el colon se desplazan al intestino delgado y lo colonizan en grandes cantidades, se produce lo que se conoce como SIBO (Small Intestine Bacterial Overgrowth) o síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, una patología aún infradiagnosticada y que puede estar detrás de muchos otros trastornos intestinales como celiaquía, disbiosis, intolerancia alimentaria o síndrome de intestino irritable.

Los síntomas más frecuentes son la distensión abdominal, exceso de gases, náuseas, dolor, ruidos o diarrea. «Sin duda, uno de los síntomas más característico es la hinchazón abdominal, que puede ser posprandial (justo después de la comida) o pasado un tiempo de ésta, con gran presencia de flatulencia debida a que se produce un exceso de fermentación», comenta Pilar García, vicepresidenta de la Asociación Española Profesional en Nutrición y Medicina Integrativa (ASEPROMI) y profesora del Máster de Medicina Integrativa y Humanista Universidad Atlántica de Lisboa.

El estrés, la falta de masticación, el abuso de medicamentos inhibidores de la bomba de protones (IBP), la edad avanzada, ciertas patologías, infecciones como la helicobacter pilory o determinados tratamientos con antibióticos son algunos de los desencadenantes más frecuentes. Desde su experiencia de 25 años en consulta, Pilar García de la Barga, directora del Centro Estético Biomédico en Madrid, observa que, «nos enfrentamos a una generación que padece un estrés tremendo, no se respetan los tiempos en las comidas y apenas se hace la masticación. El estrés disminuye la producción de ácido clorhídrico (HCL) al activarse el sistema nervioso simpático y esto no solo determina que vamos a hidrolizar mucho menos proteínas y grasas, sino que, además, como el HCL es en sí mismo un germicida que limpia de virus, bacterias y parásitos no deseados, se va a producir un aumento de los mismos».

Nuestro organismo es una especie de microuniverso poblado por miles de millones de bacterias

En un artículo publicado por la Revista Española de Enfermedades Digestivas en 2016 ya se recogía el dato de que, en España se prescriben los medicamentos conocidos como inhibidores de la bomba de protones (IBP), como el omeprazol, un 70% por encima de la media europea. Como explica Pilar, «el abuso de los IBP alcaliniza el medio del estómago y no se produce el HCL necesario. Por eso las personas que abusan de los IBP y las personas sometidas a mucho estrés acaban desarrollando un SIBO a lo largo del tiempo».

Con la edad también el HCL va perdiendo fuerza y las células parietales encargadas de producirlo pierden su funcionalidad. También hay una serie de patologías como la enfermedad de Parkinson, la esclerodermia o el hipotiroidismo que producen una disfunción en la motilidad gástrica.

SIBO
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La prueba del aliento es el método más difundido y sencillo de utilizar para diagnosticar un SIBO. Con esta prueba respiratoria se detecta, tanto la presencia de hidrógeno como la de metano. «Esto permite diferenciar dos tipos de SIBO, aunque existe un tercero, el SIBO por sulfuro de hidrógeno, que es más difícil de diagnosticar y muy tóxico para el intestino», comenta Pilar, «en este tipo, los pacientes suelen tender más al estreñimiento y no suelen responder bien a la dieta. En estos casos lo más importante es seguir una dieta baja en azufre para que las bacterias reductoras de sulfato puedan competir con las arqueas (otro tipo de organismo microbiológico diferente a las bacterias) por el sulfuro de hidrógeno».

Según explica Pilar García de la Barga, podemos distinguir si hay un SIBO de metano o de hidrógeno por los siguientes síntomas:

En el de hidrógeno:

  • Los pacientes son más tendentes a procesos de diarrea
  • Hay una hinchazón en el abdomen alto
  • La hinchazón es de forma inmediata postprandial
  • Las heces presentan un ph normal
  • Mayor tendencia a la delgadez

En el de metano:

  • Los pacientes tienden más al estreñimiento
  • La hinchazón es en el abdomen bajo con más frecuencia
  • La hinchazón puede ser a lo largo del día
  • Las heces presentan un ph más acido de lo normal
  • Más tendencia a la obesidad

La dieta conocida como FODMAP, es la más indicada para el tratamiento del SIBO. Básicamente consiste en eliminar los carbohidratos durante cierto tiempo e irlos introduciendo poco a poco. Pilar García de la Barga también propone eliminar los alimentos que son muy irritantes y agresivos para el intestino, como el gluten y los lácteos. ·Dejo solamente los lácteos procedentes de cabra en pocas cantidades·, comenta, ·pero elimino radicalmente la caseína de la vaca, así como los azúcares y productos procesados. Una dieta lo más limpia e higiénica posible».

En España se prescriben los inhibidores de la bomba de protones (IBP), como el omeprazol, un 70% por encima de la media europea

En opinión de esta experta licenciada en Bioquímica y Ciencias Médicas, «en la dieta FODMAP no hay que eliminar toda la fibra porque va a actuar de prebiótico, por lo que hay que tomar pequeñas cantidades e ir viendo la tolerancia poco a poco y reintroduciendo la fibra a base de vegetales y frutas para tener un ecosistema equilibrado».

Dependiendo de la carga del SIBO es frecuente comenzar con un tratamiento antibiótico que puede ser de farmacia o herbáceo, para limpiar, así como añadir procinéticos intestinales (medicamentos indicados para mejorar la motilidad intestinal). «En un principio nunca se deben utilizar probióticos puesto que lo que tenemos es un sobrecrecimiento de bacterias que pueden ser estupendas en el colon pero que ahora están colonizando el intestino delgado y van a producir fermentaciones y otros efectos no deseados» puntualiza Pilar. Asimismo, hay que regular la actividad enzimática y biliar a base de enzimas digestivas para favorecer la producción de bilis: «ya que se ha visto, sobre todo en el SIBO de metano, que la bilis nos puede ayudar a inhibir esa proliferación».

Es también necesario utilizar probióticos, como saccharomyces y lactobacilus, remineralizar y suplementar con oligoelementos y vitaminas ya que, si está avanzado el SIBO, nos puede producir un síndrome de mala absorción intestinal.

En cuanto a los consejos dietéticos recomienda:

  • Espaciar las comidas 4 horas, para aumentar la motilidad y la limpieza intestinal al activarse el conocido como complejo mayor migratorio (CMM). Según explica Pilar, «el CMM funciona en ciclos de 4 horas y se paraliza cuando metemos algún alimento a nivel intestinal. Un descanso de 4 horas o ayuno intermitente en grupos de 4 horas nos va a ayudar a que el CMM vaya eliminando todas las sustancias tóxicas y bacterias no deseables».
  • No beber agua en cantidades importantes durante la comida para no disminuir la cantidad de HCL.
  • Se puede estimular el HCL a base de betaína o una cucharadita de vinagre. Restaurar el medio ácido es muy importante para que no se produzcan recidivas.

Más información en: www.garciadelabarga.es

Autora: Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu

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