Hazte estas tres preguntas: ¿Masticas? ¿Masticas por los dos lados de la boca o solo por uno? ¿Te cansas al masticar alimentos duros? Existe el concepto de «curarse digiriendo» y, para realizar una buena digestión, primero es necesario observar los alimentos y masticar al menos 30 veces cada trozo de comida que se introduce en la boca (sí, sí, 30 veces cada bocado). Esto significa que tenemos que comer lentamente, conscientemente y gozar de cada comida. Cada mordisco que no hacen nuestros dientes, lo tiene que hacer el sistema digestivo.

Comer como un robot, mirando el móvil, la televisión o haciendo cualquier otra actividad donde fijar la mente lejos del acto de comer, provoca que no mastiquemos lo suficiente. Como consecuencia, la digestión se complica y se genera un desgaste energético mayor para el organismo.
La función construye el órgano. Lo que no se utiliza, se atrofia
La boca necesita que la pongamos a trabajar, nuestros músculos necesitan ejercitarse para crecer y desarrollar la mandíbula y el cráneo. Conviene masticar los alimentos duros por cada costado de la boca alternativamente, así de sencillo. Si masticamos solo por un lado de la boca, se estimula únicamente el crecimiento de ese lado. La consecuencia es que cada vez somos más asimétricos y desequilibrados y podemos llegar a provocar un desvío de la mandíbula.
Es muy importante contemplar la masticación desde el inicio, la infancia: debemos observar cómo comen nuestros hijos y darles alimentos duros para que sus músculos masticatorios trabajen. Debemos hablar de la masticación cuando estemos sentados en la mesa, masticar juntos, en familia, contar hasta 30 antes de engullir los alimentos, alternar de lado…, en definitiva, podemos jugar a adquirir un hábito masticatorio.
Antes de decir que un niño «es mal comedor» tendríamos que descartar posibles dificultades tanto de masticación, deglución como respiración
¿Y qué puede suceder si una de las partes de nuestro cuerpo crece de manera asimétrica?
- El resto del cuerpo trabajará para compensarlo y así empieza a desencadenarse una serie de problemas en nuestro cuerpo.
- También se puede dar el caso de masticar de una manera inadecuada a causa de un mal desarrollo de la cavidad oral, como podría suceder cuando los dientes no cierran como debieran y, en este caso, la masticación no sería eficiente.
¿Qué tipos de dientes tenemos y para qué sirven?
- Los incisivos y los caninos (los dientes anteriores): son dientes afilados y que sirven para cortar y desgarrar los alimentos.
- Los molares (dientes posteriores o muelas): son los dientes que encajan entre ellos, los superiores con los inferiores, y sirven para triturar los alimentos para poder pasar al tubo digestivo y proceder a la digestión. Si los molares trituran bien, se facilita la tarea del estómago y así se evitan los problemas digestivos.
Desde temprana edad, se observa al niño y cuando su cráneo se está desarrollando, se considera que los cambios se pueden hacer con más facilidad
Si no se produce un correcto encaje fisiológico entre estos dientes, pueden empezar a aparecer problemas, como, por ejemplo:
- La mordida cruzada: se produce cuando los dientes superiores e inferiores encajan al revés a lo que deberían, es decir, los inferiores por fuera de los superiores. Esto puede provocar tensiones y descompensaciones en el cuerpo.
- La sobremordida: cuando los dientes superiores tapan completamente los inferiores, y los inferiores no se ven. Es evidente que no se produce un encaje fisiológico y, en este caso, es difícil cortar los alimentos con estos dientes, ya que no encajan.
Los niños con esta mordida únicamente abren y cierran la boca, no pueden desarrollar los movimientos de lateralidad tan necesarios para triturar los alimentos. La consecuencia es que engullen sin masticar y aparecen los problemas digestivos. Es muy típico, en estos casos, que al niño le cueste tragar y le haga bola la comida. Antes de decir que un niño «es mal comedor» tendríamos que descartar posibles dificultades tanto de masticación, deglución como respiración.

En el siglo XX se daba mucha importancia en conseguir una sonrisa estética, con los dientes que se ven en sonreír correctamente alineados y los que no se ven no importa como están. Con los niños ocurre que viven con sus bocas deformadas, alimentados con productos blandos y procesados hasta que a los doce o trece años, cuando la mandíbula ya ha crecido, se procede a extraer los premolares superiores y se colocan unos aparatos para poner rectos los dientes.
Afortunadamente, en el siglo XXI existen nuevas corrientes de pensamiento que cambian esta práctica: desde temprana edad, se observa al niño y cuando su cráneo se está desarrollando, se considera que los cambios se pueden hacer con más facilidad. Se trata de una mirada holística que potencia el fortalecimiento de la musculatura mediante la masticación, la correcta posición de la lengua y la respiración por la nariz. Así se consigue un desarrollo craneal y una salud mejor.
También se ha demostrado que la ortodoncia, sin esta mirada funcional, puede perjudicar la respiración y comportar una sobrecarga de la articulación que hay entre la mandíbula y el cráneo (articulación temporomandibular). Extraer los dientes premolares para corregir la forma de la arcada comporta una contracción del maxilar y problemas articulares, la compresión de los maxilares, es decir, la creación de unas arcadas más pequeñas ¿Vale la pena pagar este precio a cambio de una sonrisa aparentemente perfecta? La tendencia social de los países industrializados a tener una «boca de piñón». Si extraemos los premolares, aún se hace más pequeña la arcada con menos espacio para la lengua y los dientes… Entonces, ¿no deberíamos promover la expansión en vez de la compresión? Debemos desarrollar unas arcadas amplias, crear espacio y belleza al mismo tiempo.
La cara de una persona cambia totalmente cuando la arcada es amplia: es más bonita, permite colocar su lengua en posición de reposo natural, en el paladar, permite respirar por la nariz, masticar… y ¡vivir con una mejor calidad! La anatomía de la arcada dental también tiene asociado un componente emocional: una arcada comprimida te condiciona a vivir reprimido y una arcada amplia te permite expandir tu vida, liberarte y ser más libre.
Debemos desarrollar unas arcadas amplias, crear espacio y belleza al mismo tiempo
¿Cómo podemos ayudar a los músculos masticatorios?
Si queremos ayudar a nuestros músculos masticatorios a cumplir con su tarea, es necesario tener en cuenta dos principios:
- Debemos comer alimentos duros, sin triturar (una manzana, una zanahoria entera, frutos secos enteros,…).
- Debemos eliminar los productos procesados. Alimentarse de productos procesados es como comer «papilla» toda la vida. No tienen ningún beneficio para nuestro sistema digestivo ni masticatorio.
La función crea el órgano y todo aquello que no se utiliza se atrofia. Si no andas, cada día tendrás más pereza de caminar, te moverás cada vez menos y tu cuerpo se resentirá. Pues lo mismo sucede con la musculatura masticatoria.
Te propongo un ejercicio para observar tu asimetría, busca una foto tuya de cara que mires hacia adelante. Traza una línea en medio de modo que partas la cara en dos, y fíjate cómo está tu mandíbula respecto al maxilar: ¿alineada o desviada hacia uno de los lados? Si está asimétrica, nos está informando de que masticas por el lado hacia el cual se encuentra desplazada y esto nos comporta un crecimiento mandibular asimétrico. ¿Qué hacer? ¡Empezar a masticar duro y conscientemente de forma unilateralmente alternada para volver a ser simétrico!
Autora: Clara Tarragona, Odontóloga integrativa y máster en medicina naturista.
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