¿Es la verborrea una señal de ansiedad? Sí, pero no siempre. A veces puede ser síntoma de un trastorno de tipo neurológico o psiquiátrico o bien, en un grado menor, ser un rasgo del carácter propio de personas egocéntricas.


Cuando una persona habla mucho
Los psicoterapeutas nos dicen que la verborrea, también llamada logorrea, es «una alteración cuantitativa del flujo del lenguaje». Se reconoce cuando alguien dice más palabras de las necesarias, su discurso comunicativo está acelerado y tiene dificultad para ser interrumpido. Las personas con verborrea hablan sin parar, y con poco feedback con su interlocutor.
A estas personas que hablan por los codos les da igual si lo que dicen tiene interés para los demás o si realmente aporta información valiosa o interesante. Ellos tienen la necesidad de hablar y no hay quien los pare. ¿Puede ser señal de un trastorno? A veces puede indicar desde situaciones leves y temporales hasta problemas de salud más importantes. En todo caso suele ser bastante pesado para quienes están con ellos.
Narcisismo
Todos conocemos a personas que hablan poco: son reservadas, introvertidas, o de pocas palabras. Y otras que hablan mucho, que son muy abiertas y locuaces. Todo eso está dentro de lo considerado normal. Sin embargo, si las personas hablan demasiado, como si no pudieran parar de hacerlo, puede ser señal de un malestar emocional o de algún trastorno psicológico moderado.
En general, la causa puede ser algo tan sencillo como una personalidad con fuertes rasgos narcisistas o egocéntricos. A menudo, ni siquiera se dan cuenta de que sus propias ideas o experiencias pueden no ser tan interesantes para los demás y por eso las describen con un detalle exagerado. Y al mismo tiempo se concentran en lo que seguirán contando a continuación, sin poner atención a los demás.
La verborrea es una «alteración cuantitativa del flujo del lenguaje, que se caracteriza por la aceleración y complejidad del discurso y la dificultad para ser interrumpido»
Lo normal es que este egocentrismo exacerbado tenga que ver con otros problemas personales, de relación o de actividad y puede que sea conveniente la búsqueda de ayuda terapéutica. Pero, en general, no se suele hablar de trastorno en estos casos. Una persona que habla mucho de sí misma no ha establecido un límite claro entre ella misma y su entorno. Su personalidad narcisista le impide ver que no es el centro del mundo, por eso encuentra normal que todas las conversaciones giren alrededor suyo.
¿Hablar rápido, pensar rápido?
La persona que habla muy rápido cree que todo lo que sucede rápido es sinónimo de vida, que es bueno. Lo que ocurre a nivel corporal, es que el cuerpo desarrolla un ciclo bioquímico que cada vez pide más adrenalina, más velocidad, más llenar la vida de cosas, de personas, de trabajo, de logros, de actividad.
Por otra parte, hay quien piensa que las personas que hablan rápido podrían tener alguna virtud que los diferenciaría de los demás. Hablar rápido podría significar, por ejemplo, que piensan igual de rápido. O también que podrían ser grandes oradores al dar discursos con un gran número de datos e información. Sin embargo, hoy se sabe que a menudo esto no es así. Podemos fijarnos, por ejemplo, en la redefinición del Coeficiente Intelectual (IQ) y los test de pruebas: Una persona con un alto coeficiente intelectual parecerá inteligente, incluso sin un alto grado de conocimiento, mientras que una persona altamente informada también parecerá inteligente, incluso sin un alto coeficiente intelectual. IQ es la rapidez en la adquisición de información. Finalmente, un caso aparte es el de algunos humoristas que trabajan sobre la memorización de un guion ingenioso y lo ofrecen aceleradamente en sus actuaciones frente al público.
Cuando hay ansiedad
A veces hablar mucho no tiene nada que ver con el narcisismo, y entonces suelen aparecer otras señales. Por un lado, se da un ritmo muy acelerado: muchas palabras y de manera muy veloz. Por otro, saltar de un tema a otro a medida que las ideas aparecen en la mente, sin que el discurso respete un hilo lógico o estructurado. Y por otro, hablar de un modo tan impulsivo que no permita la intervención de ningún interlocutor: no hay diálogos, sino largos monólogos. Es entonces cuando se habla de verborrea.
Se define como una «alteración cuantitativa del flujo del lenguaje, que se caracteriza por la aceleración y complejidad del discurso y la dificultad para ser interrumpido.» No siempre un estado de ansiedad genera verborrea, pero sí que puede ser un síntoma. A veces el efecto que provoca es justo el contrario: bloquea o dificulta la capacidad de expresión o de conversación, como ocurre en el caso de la timidez, que también puede enmascararse con exceso de habla.


Conviene tener en cuenta la ansiedad cuando se observa que, de repente, una persona (incluso uno mismo) empieza a hablar mucho de forma muy acelerada, y salta sin orden de un tema a otro. Sobre todo, si aparece también algún otro síntoma (físico, psicológico, de conducta, intelectual y social), que en el caso de la ansiedad están perfectamente estudiados.
Una señal de aviso de otras enfermedades
Los grados patológicos del hablar demasiado pueden ser aún más importantes. Se habla entonces de un síntoma típico de estados maníacos, que también puede encontrarse en otras psicosis. O de «taquipsiquia», cuando hay aceleración patológica de la actividad psíquica. Es decir, cuando hay un problema que hace que el pensamiento vaya demasiado rápido y que puede darse con o sin «fuga de ideas» (flujo constante de asociaciones de ideas, como si el pensamiento no pudiera detenerse en ninguna y saltara de unas a otras sin parar).
Una persona que habla mucho de sí misma no ha establecido un límite claro entre ella misma y su entorno
Finalmente nos encontramos con los problemas en el habla como indicio temprano de la enfermedad de Alzheimer, tal como se viene estudiando desde 2017. En uno de los estudios se afirma que dichos indicios podrían detectarse hasta una década antes de que se diagnostique la enfermedad. Eso representaría un gran avance en la eficacia de los tratamientos.
¿Podemos hacer callar a una persona que habla mucho?
Sí, a condición de interrumpirla constantemente. Para lograrlo, si es necesario habrá que perder la compostura y cambiar el tema de forma abrupta o, directamente, pedirle a la persona que se detenga un minuto. Que respire de vez en cuando. La idea es sorprender a quien no para de hablar; romperle el esquema de su monólogo. Reservando el tratamiento para los especialistas, recordaremos que la medicina ante la verborrea es hacer pausas en la conversación, dejar hablar al otro, respirar despacio e imaginar que se exhala tensión.
Reducir el habla acelerada
Las personas que hablan rápido pueden aprender no solo a bajar el ritmo, sino también a aplicar un pensamiento algo más reflexivo y menos impulsivo, donde poder sentirse poco a poco más competentes y con mayor autocontrol. Estas serían algunas claves:
- Gestión emocional. La verborrea puede ser el resultado de la ansiedad derivada de nuestro estilo de vida. Por ello, a veces no basta solo con bajar el ritmo, hay que establecer un control sobre la impulsividad, el estrés…
- Respiración y relajación. El método Jacobson, una técnica ya clásica de respiración progresiva, puede ayudarnos a entrenar la calma interna para mejorar el ritmo de nuestra comunicación.
- Pensar como el oyente. Cuando nos comunicamos con alguien conviene tener el pensamiento entrenado en establecer pausas. Aprovecharemos esos instantes para tomar aire y preguntarnos si lo que decimos está llegando a los demás.
- Advertir a los demás. Podemos pedir que nos avisen si notan que hablamos demasiado rápido. En ese caso, bajaremos el ritmo.
Autor: Jaume Rosselló, Editor especializado en salud y alimentación
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