El agua es el componente mayoritario de nuestro organismo. Al nacer somos un 80% agua y este porcentaje va disminuyendo año tras año hasta quedarse en un 65% en la vida adulta. Hay agua en cada célula del cuerpo y en cada órgano, incluso en los huesos.

Agua, esencial para la vida
El agua es el medio en donde se llevan a cabo todas las reacciones químicas y es la base de todos los fluidos que producimos: la sangre, la orina, el sudor, el líquido cefalorraquídeo que baña el cerebro, la saliva, los jugos gástricos, la leche… El agua es tan necesaria como el oxígeno para la vida y sin ella no podemos vivir más allá de 3 a 5 días.
Deshidratarse significa perder más agua de la que nos podemos permitir para que el cuerpo funcione correctamente. La deshidratación es una situación potencialmente peligrosa que, si no se corrige a tiempo, nos puede llevar a la muerte. Cualquiera nos podemos deshidratar, especialmente en circunstancias de mucho calor o ejercicio intenso, pero las personas más vulnerables a la deshidratación son los bebés y los niños pequeños, las personas enfermas y las personas ancianas.
El agua es tan necesaria como el oxígeno para la vida y sin ella no podemos vivir más allá de 3 a 5 días
¿Cuándo corremos peligro de deshidratarnos?
En los bebés y niños pequeños la causa más frecuente de deshidratación son las enfermedades infecciosas propias de la infancia que producen fiebre, vómitos y diarrea. La deshidratación leve es muy frecuente en la infancia y casi todos los niños y niñas experimentarán algún episodio en su vida. Es una de las condiciones que se ven con más frecuencia en la consulta del pediatra y en las urgencias de los hospitales. En las personas ancianas, los factores de riesgo para sufrir deshidratación son la insuficiencia renal, las dificultades para tragar, las enfermedades crónicas como la diabetes y muchas medicaciones que se toman a esta edad. Además, las personas que han desarrollado demencia suelen tener alterado el sentido de la sed, y no beben tanto como necesitarían.
Tipos de deshidratación
Atendiendo al porcentaje de agua perdido, la deshidratación se clasifica en leve (<5%), moderada (5-10%) y grave (>10%). También se pueden clasificar de acuerdo a si se pierde agua y sales minerales en la misma proporción (deshidratación isotónica, la más frecuente), o si se pierde más sodio y otras sales minerales que agua (deshidratación hipotónica) o más agua que sales minerales (deshidratación hipertónica). Para saber con seguridad qué tipo de deshidratación se ha producido hay que analizar los niveles de sodio en una muestra de sangre, aunque algunos signos físicos pueden indicar qué tipo de deshidratación tenemos.
Síntomas de la deshidratación
En los bebés y niños pequeños las mucosas (boca, lengua) están secas al tocarlas y a los ojos les falta brillo y aparecen hundidos, además cuando lloran casi no hay lágrimas. También disminuye la cantidad de orina (los bebés tienen los pañales secos o hay que cambiarlos con menos frecuencia de lo usual). Suelen estar irritables o, por el contrario, se les ve adormilados y cuesta despertarlos.
Los adultos experimentamos sed en cuanto el porcentaje de agua empieza a descender, es un mecanismo preventivo muy potente frente a la deshidratación. Cuando ya hay una deshidratación significativa, la sed se convierte en intensa y muy desagradable. Además, dejamos de orinar y la poca orina que producimos es de color oscuro. La fatiga, el mareo, la confusión y el dolor de cabeza son muy frecuentes en las fases iniciales. Cuando la deshidratación es más grave aparece fiebre, dificultad para respirar, calambres musculares e incluso convulsiones.
La fatiga, el mareo, la confusión y el dolor de cabeza son muy frecuentes en las fases iniciales de deshidratación
En los ancianos además de lo anterior es muy típica la confusión y desorientación. Una de las primeras cosas que debemos pensar cuando una persona mayor aparece repentinamente confusa es que pueda estar deshidratada.
Tratamiento de la deshidratación
Lo más importante es la prevención, sobre todo en niños y ancianos. En ambos casos los cuidadores deben adelantarse a los primeros signos de deshidratación, vigilar regularmente que los signos de buena hidratación están presentes (mucosas húmedas, piel tersa, ojos brillantes, orina clara…) y ofrecer líquidos con frecuencia.
Las personas adultas sanas deben tomar precauciones en situaciones de calor y/o ejercicio intenso, y asegurarse de llevar más líquidos de lo habitual para reponer las pérdidas por sudor que ocurren en estas circunstancias. Los casos leves de deshidratación se pueden resolver en poco tiempo bebiendo agua o sueros orales de rehidratación, pero los casos moderados y graves necesitan asistencia médica inmediata.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.creciendoenverde.com
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