La timidez es el miedo a ser juzgado por los demás. Este miedo genera ansiedad cuando estamos en presencia de otros, y se expresa como malestar físico y emocional y deseo de huida.

La timidez es frecuente
La timidez es frecuente en la infancia, y en edades tempranas es casi natural. Los bebés y niños pequeños suelen sentirse inseguros en lugares o con personas que no conocen. A los 3-4 años muchos niños y niñas atraviesan una etapa de timidez que coincide con la entrada en el colegio y el incremento de sus relaciones sociales. A partir de entonces lo habitual es que la timidez vaya disminuyendo, aunque un 10-20% de niñas y niños seguirán siendo considerados «tímidos», es decir, se mostrarán temerosos o inhibidos en situaciones nuevas y con personas desconocidas.
La adolescencia es un período especialmente difícil para las personas tímidas, e incluso un número importante de niños y niñas que no eran tímidos, desarrollan timidez en esta etapa. Los adolescentes pueden volverse de pronto muy conscientes de su apariencia y de sus cambios corporales y sentir que todo el mundo los observa.
Ser tímido no es lo mismo que ser introvertido
Una persona introvertida es aquella que prefiere estar sola o en compañía de un número pequeño de familiares o amigos íntimos, mientras que una persona extrovertida disfruta con, y necesita, el contacto frecuente con un gran número de personas. Ser introvertido o extrovertido es un rasgo de la personalidad, y aunque es un espectro, la mayoría de las personas pueden describirse como predominantemente introvertidas o predominantemente extrovertidas. Aunque la sociedad tiende a premiar más a las personas extrovertidas, ser introvertido no es peor ni mejor que ser extrovertido y cada tipo de personalidad tiene sus ventajas e inconvenientes.
Se puede ser tímido siendo intro o extrovertido. La timidez es un sentimiento o emoción, sin embargo, la introversión es un rasgo de la personalidad. Mientras que una persona tímida evita los eventos sociales porque le producen malestar, la persona introvertida no los evita, simplemente prefiere pasar tiempo en soledad o en compañía de una o dos personas más.
Es mejor no etiquetar a los niños como «tímidos»
Muchas personas introvertidas son además tímidas; en este caso la timidez no suele ser muy limitante ya que la persona introvertida no necesita muchas interacciones sociales. Sin embargo, las personas extrovertidas pueden sufrir mucho si son tímidas, porque necesitan una gran cantidad de interacción social, pero se sienten nerviosas, raras e incómodas en estas situaciones.
Si tu hija o tu hijo son introvertidos observarás que:
- Son muy observadores. En cualquier situación necesitan observar y entender primero lo que pasa a su alrededor, antes de actuar.
- Son muy curiosos. Les interesan muchos aspectos del mundo que los rodea, y les gusta hacer preguntas y entender bien todos los aspectos, quieren profundizar.
- Suelen ser creativos y usar su mente para solucionar problemas. También tienen mucha imaginación.
- Suelen ser reservados y lleva tiempo conocerlos bien. Necesitan tener confianza y sentirse seguros antes de mostrar quiénes son.
- Son buenos oyentes – saben prestar atención en las conversaciones.
- Suelen tener 1-2 amigos especiales con quienes mantienen vínculos profundos y duraderos.

¿Cómo puedes ayudar a tu hijo o hija si son introvertidos?
- Aceptando su personalidad. Muchas personas introvertidas crecen pensando que no es natural desear pasar tiempo consigo mismas y que deberían esforzarse en pasar más tiempo interactuando con otros. Enséñale que su deseo de soledad es una necesidad y fuente de bienestar y que está bien que busquen y cuiden ese tiempo y espacio.
- Respetando y facilitando que pasen tiempo solos regularmente. Esto es especialmente importante cuando han tenido un día con muchas interacciones o eventos sociales. Notarás que están desproporcionadamente cansados, tensos o irritables. Muchos niños introvertidos, en estas circunstancias, se sienten mal, pero no saben lo que les pasa ni expresarlo adecuadamente y solo son capaces de llorar o enfadarse.
- Ayudándolos a encontrar un equilibrio entre su necesidad de espacio y tiempo en soledad y la necesidad de establecer relaciones sociales de calidad y de participar en actividades que les puedan enriquecer intelectual y emocionalmente.
¿Y si es una niña o un niño tímido?
Aunque una parte de la timidez es probablemente genética, la predisposición a la timidez puede verse influenciada por el tipo de relaciones familiares y sociales que la niña y el niño establecen en los primeros años de vida y por el apoyo que recibe de su entorno.
- Acepta la timidez de tu hijo o hija, no le regañes ni le ridiculices por ello. Explícale que es un sentimiento que experimentan muchas personas. Pregúntale y permite que te cuente cómo se siente en situaciones nuevas. Si algún progenitor u otro familiar también fue tímido en su infancia, esta persona puede ser un gran apoyo y guía para el niño o la niña tímidos: además de entenderle muy bien, puede contarle sus propias vivencias y qué estrategias usó para irse sintiendo cada vez más cómodo y confiado.
- Es mejor no etiquetar a los niños como «tímidos». Esto les lleva a creer que hay algo mal en ellos, lo cual en sí mismo va a potenciar la timidez, y además no es una idea real ni beneficiosa. Si alguien llama tímido a tu hijo en tu presencia, puedes contestar, por ejemplo: «sí, ella necesita tomarse su tiempo antes de abrirse a las personas nuevas». Es una forma mucho más positiva de describir la timidez.
- Mientras sean pequeños, trata de ir exponiendo a tu hija o hijo tímidos a nuevas situaciones de una forma gradual, ofreciendo tu presencia y apoyo hasta que ellos mismos sientan la confianza que necesitan para empezar a dar pasos sociales por sí mismos. Nunca los fuerces a hacer más allá de sus capacidades, esto solo reforzará su timidez.
- Cuando sean más mayores y ya puedan hablar sobre ello, podéis elaborar juntos un plan de entrenamiento que les permita ir desarrollando habilidades sociales y confianza a su ritmo. Es mejor empezar por gestos aparentemente pequeños y breves, como acercarse a decir Hola a un profesor o a la madre de un amigo, o sonreír a alguien con quien interactúen de forma regular, por ejemplo, el panadero o el conductor de autobús. Cada éxito debe ser celebrado y cada habilidad debe ser practicada tantas veces como sea necesario hasta que se domine y se pueda pasar al siguiente nivel. Por supuesto no pasa nada por «fallar», simplemente se volverá a intentar en la siguiente oportunidad.
Si la timidez es muy marcada puede afectar la calidad de vida de los niños y adolescentes y hacerles perder oportunidades académicas y sociales
Cuando la timidez se convierte en ansiedad social
Si la timidez es muy marcada puede afectar la calidad de vida de los niños y adolescentes y hacerles perder oportunidades académicas y sociales. La tendencia natural de la timidez es irse resolviendo con el crecimiento y desarrollo, a medida que los niños y niñas van practicando habilidades sociales y sintiéndose más seguros y confiados. Si esto no sucede o si se invierte (las interacciones sociales se evitan cada vez más), si el número de amigos de tu hijo o hija disminuye, si cada vez participa menos en actividades artísticas o deportivas, y, sobre todo, si se siente solo, aislado, triste y excesivamente preocupado por las opiniones de otros hasta el punto de verse paralizado, entonces estamos ante un trastorno, la ansiedad social, que es necesario abordar.
Aunque los consejos para apoyar a los niños y adolescentes tímidos también son aplicables cuando hay ansiedad social, en este caso es preferible además consultar pronto con un psicólogo infanto-juvenil.
Autora: Doctora Miriam Martínez Biarge, Núm. Col. Madrid 53.890
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