Los seres humanos nacemos demasiado pronto. Si observamos cualquier otro mamífero recién nacido nos daremos cuenta de que el humano nace mucho más desvalido, y permanece desvalido durante más tiempo. Un ternero, una jirafa recién nacida, un cervatillo pueden dar sus primeros pasos unas horas después de nacer. El ser humano tardará entre 10-18 meses en hacerlo.


¿Por qué es esto así?
Una de las razones es que el cerebro humano se desarrolla más despacio que el de otras especies. Esto nos permite aprender más y durante más tiempo. Pero supone que, al nacer, el cerebro humano está infra desarrollado.
Entonces, ¿por qué la gestación no dura simplemente más tiempo? Porque no es posible. El cerebro humano crece tanto después de los 9-10 meses de gestación que el nacimiento sería inviable. Desde que los humanos empezamos a caminar erguidos nuestras caderas se han ido estrechando y con ellas el canal del parto. La naturaleza ha encontrado el momento justo para garantizar que la cabeza del feto humano pueda salir por el canal del parto sin que se produzcan daños para él o ella o para su madre.
El 75% de los bebés en España empieza a ir a la guardería antes de haber cumplido un año
Por este motivo muchos expertos consideran que el nacimiento no pone fin a la gestación, sino que después tiene lugar lo que se llama exterogestación, que es el tiempo posterior al nacimiento durante el cual el ser humano completa el desarrollo mínimo de las funciones cerebrales que le van a permitir desenvolverse de forma autónoma y en sociedad.
¿Cuánto dura esta exterogestación?
No hay consenso: unos dicen que tres meses, la mayoría que nueve meses e incluso algunos se decantan por los 18 meses. En lo que sí hay más acuerdo es en destacar que este periodo debería parecerse en muchos aspectos al ambiente intrauterino: contacto físico constante con la madre, ambiente tranquilo, ausencia de estrés, estimulación sensorial suave y progresiva. No hacerlo así va a suponer una agresión para el desarrollo físico, mental y emocional del bebé que puede tener consecuencias durante el resto de la vida.
Por lo tanto, la respuesta a la pregunta: ¿Quién debe cuidar al bebé en ausencia de los padres? es bastante simple: los padres, especialmente la madre, no deberían estar ausentes. Su ausencia la percibe el bebé como una fuente de estrés para el cual no dispone de los mecanismos de defensa necesarios.


¿Cuál es la situación real?
En España la edad mínima de entrada a las guarderías es de 4 meses. A partir de esa edad uno de cada cuatro bebés de 4-6 meses pasa varias horas al día en una guardería, algunos hasta 8-9 horas diarias, cinco días a la semana. Muchas guarderías ofrecen ya horario “ampliado” por la mañana (desde las 7:00 horas) y por la tarde (hasta las 18:00 o 19:00). El 75% de los bebés en España empieza a ir a la guardería antes de haber cumplido un año.
Aunque se quieran llamar “escuelas infantiles” al menos durante el primer año este término es incorrecto. Los bebés no tienen nada que aprender en una escuela y lo que reciben allí son cuidados básicos. Los que tienen la suerte de contar con un mismo cuidador o cuidadora durante un periodo continuado de tiempo, y de estar en un grupo pequeño, se podrán beneficiar de desarrollar un vínculo con esa persona y de disfrutar de algo de contacto físico, siempre que las obligaciones con los otros bebés lo permitan. Pero ni las mejores condiciones pueden asemejarse de lejos al ambiente que el hogar y los padres pueden proporcionar al bebé pequeño. Cualquier guardería es percibida como un peligro, y el organismo del bebé entra en estado de alerta y se prepara para luchar por su supervivencia. Además, el sistema inmunológico es todavía muy inmaduro para entrar en contacto con las decenas de virus y otros microorganismos que se encuentran en estos centros. Las consecuencias son infecciones frecuentes, irritabilidad, hiperexcitabilidad, ansiedad y problemas para conciliar el sueño, e incluso dificultades para comer y ganar peso. No todos los bebés manifestarán todos estos signos, algunos solo uno o una combinación de ellos.
Para garantizar su estabilidad emocional los bebés necesitan crear un vínculo estrecho con un número reducido de personas y estas deben ser siempre las mismas
Lo que nos enseñan otras especies
Incluso aunque los demás mamíferos nazcan más desarrollados que los humanos, la inmensa mayoría pasan un periodo de tiempo en contacto estrecho con su madre, muchos en estado de casi-aislamiento, lo que equivaldría a una exterogestación. Por ejemplo, los lobeznos pasan las primeras 4 semanas de vida resguardados en la cueva donde nacieron y no salen al exterior por ningún motivo. Otras lobas de la manada proporcionan alimento a la madre y a los recién nacidos durante este tiempo. Los delfines, una de las especies más inteligentes, toman leche materna exclusiva durante el primer año de vida y siguen mamando hasta los 2-3 años; no se separan de la madre en este tiempo salvo por periodos muy cortos y siempre bajo la vigilancia de otros miembros del grupo.
Las personas que conocen bien a los perros saben que los cachorros no deben separarse de su madre en las primeras 8 semanas, e idealmente en las primeras 12. Los criadores de perros saben que los cachorros que han sido separados antes se convierten en perros ansiosos y agresivos, y manifiestan problemas en sus relaciones con otros perros y con los humanos. Además, el riesgo de morir por infecciones o de no crecer adecuadamente aumenta sustancialmente.


¿Saben a cuánto equivalen 8 semanas de vida en un perro? A un año en la vida de un humano. A los 4 meses, un perro equivale en desarrollo a un niño de 2-3 años. ¿No es sorprendente que no separemos a los cachorros caninos de su madre durante el tiempo que equivale al menos a un año de vida humana porque sabemos los perjuicios que esto les causa, pero que aceptemos y fomentemos la institucionalización de los bebés humanos tan pronto como a los 4 meses de vida? Si el cerebro humano es más delicado y requiere más cuidados, ¿cómo es que lo tratamos considerablemente peor?
La “conciliación”
La conciliación de la vida laboral y familiar no puede hacerse a costa de poner en riesgo el desarrollo integral de las niñas y los niños. Crear guarderías donde se dejan a los bebés horas y horas mientras sus padres trabajan es un atentado al bienestar y a la salud de los bebés y rompe por completo el vínculo que debe crearse a esta edad entre el bebé y sus padres. Ya no solo es el tiempo de separación: ¿qué padre, qué madre puede dar a su bebé el contacto, el cariño y la estimulación que su hija o hijo necesitan si vuelven a casa agotados después de una jornada laboral?
Cuando los progenitores faltan
En algunas circunstancias concretas uno o los dos progenitores no pueden estar presentes en la vida del bebé. En el caso de familias monoparentales (generalmente monomarentales) estas madres requieren apoyo extra por parte de la familia, amigos y Estado para poder criar a sus hijos sin tener que preocuparse por su trabajo o su sustento. Si los dos progenitores faltan lo ideal es que un familiar cercano asuma la crianza del bebé al completo, con el apoyo externo que sea necesario. Para garantizar su estabilidad emocional los bebés necesitan crear un vínculo estrecho con un número reducido de personas y estas deben ser siempre las mismas. Los estudios de investigación han mostrado que los bebés que no pueden desarrollar un apego seguro con sus cuidadores tienen un elevado riesgo de presentar problemas de memoria y aprendizaje en la infancia, así como ansiedad y depresión en la vida adulta.
Fuentes: Winston R, Chicot R. The importance of early bonding on the long-term mental health and resilience of children. London J Prim Care (Abingdon). 2016 Feb 24;8(1):12-14. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5330336/
Autora: Doctora Miriam Martínez Biarge, Núm. Col. Madrid 53.890
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