Con la llegada del frío, son más frecuentes las infecciones respiratorias como el resfriado, la gripe, la bronquitis aguda o la neumonía. Todas ellas son infecciones del tracto respiratorio, aunque no afectan a las mismas estructuras. Tienen algunos síntomas en común, pero son enfermedades diferentes, aunque en caso de complicarse, un simple resfriado puede llegar a causar una neumonía. Te mostramos como diferenciarlas.

Infecciones respiratorias: Resfriado común
El resfriado común (también llamado “catarro”) es una enfermedad de carácter leve en la que se alteran zonas de las vías respiratorias altas, incluye una variedad de síntomas que provienen de la inflamación de la mucosa respiratoria que va desde la nariz, con episodios de obstrucción nasal, estornudos, goteo nasal (rinorrea), aumento de mucosidad, hasta la faringe (faringitis- dolor de garganta) o la laringe (laringitis- tos ronca) y a veces, con dolor de cabeza y fiebre, aunque no es lo habitual.
Es la enfermedad leve más extendida en todo el planeta, es de aparición gradual (alcanzan su punto máximo a los dos o tres días del contagio), y por lo general se supera en 7 o 10 días. Aunque la tos puede persistir alguna semana más. Está producido por virus de la familia rinovirus principalmente, del que se conocen más de 100 variedades. Por ello es difícil conseguir vacunas efectivas. La infección se transmite de un individuo infectado a otro sano a través de secreciones de las vías respiratorias que se expulsan al aire mediante la tos o los estornudos, o por contacto con superficies contaminadas. La puerta de entrada puede ser la boca, la nariz o los ojos. Por eso, pueden contagiarse en un mismo periodo de tiempo numerosas personas de un mismo entorno.
Gripe
La gripe comparte muchos síntomas con el resfriado, pero no son la misma enfermedad. Ambas son enfermedades infecciosas víricas muy contagiosas. La diferencia está en el virus que las origina. En la gripe son los virus de la influenza (A, B y C). A diferencia del resfriado, la gripe empieza de forma repentina. La fiebre, moderada o alta, es lo más característico (en el resfriado no es habitual y en caso de aparecer es baja). Otros síntomas propios son: el dolor muscular y articular (duele todo el cuerpo), dolor de cabeza (habitual), tos y congestión nasal (estornudos rara vez), molestias al mover los ojos, escalofríos, fotofobia y, en algunos casos, manifestaciones digestivas, como vómitos o diarrea. Es una enfermedad que pide al enfermo «meterse en cama». Dura alrededor de una semana (invalidante) o dos, la tos puede persistir más semanas, la sensación de cansancio o malestar puede perdurar un mes.
Evitar fumar es la primera medida que debe tomarse para prevenir tanto la neumonía como la bronquitis
Bronquitis
La bronquitis es una inflamación de los bronquios, que son los conductos que llevan el aire desde la tráquea hasta los pulmones. Al igual que el resfriado y la gripe, también puede causar tos, dolor de cabeza, dolor de garganta y malestar general, pero incluye otros síntomas más específicos como tos persistente (bronquial), dolor en el pecho, dificultad para respirar y sibilancias (sonidos agudos como silbidos que se producen al respirar). No suele dar fiebre. En el caso de la bronquitis, la mayoría de síntomas duran entre 1 y 2 semanas, si bien en algunas personas la tos puede persistir hasta 8 semanas. Por lo general las bronquitis son víricas y no precisan tratamiento con antibióticos. Las bacterianas son más frecuentes en fumadores o bronquíticos crónicos.
Neumonía
La neumonía es una infección de uno o ambos pulmones. Habitualmente producidas por bacterias, la mayoría son provocadas por el Streptococcus pneumoniae (menos habituales los virus y los hongos). Suele causar tos, fiebre, dolor de cabeza, fatiga, malestar general, o dolor en el pecho, que son síntomas similares a los de la gripe y/o la bronquitis, pero además puede producir expectoración, dificultad para respirar, falta de aire, escalofríos y temblores, sudoración excesiva y desorientación. Con el tratamiento médico adecuado suelen resolverse en dos semanas.

Prevención
Para evitar contraer estas infecciones, debemos adoptar medidas generales destinadas a evitar el contagio, como: lavarse las manos con agua y jabón de forma frecuente (en su defecto con gel hidroalcohólico), las manos son un vehículo muy importante para la transmisión de todas las infecciones respiratorias. Evitar la exposición al humo del tabaco, el contacto con personas enfermas, realizar una ventilación frecuente de la estancia. También es importante procurar fortalecer nuestro sistema inmunitario, llevando una dieta saludable, practicando ejercicio de forma regular, durmiendo una cantidad de horas suficiente, o minimizando el estrés, con ello soportaremos mejor estas infecciones o nos recuperaremos antes en caso de contagio.
En caso de estar enfermo, se puede prevenir la diseminación de los gérmenes y el contagio a los demás evitando el contacto directo con otras personas, o cubriendo la nariz y la boca con un pañuelo desechable en caso de toser o estornudar, descartando después el pañuelo. No compartir vasos, cubiertos, toallas, etc., con el enfermo.
El humo del tabaco produce lesiones tanto en los bronquios como en los pulmones, por ello es mucho más fácil sufrir una infección. Evitar fumar es la primera medida que debe tomarse para prevenir tanto la neumonía como la bronquitis.
¿De qué vacunas disponemos?
Para el resfriado, no existe una vacuna, únicamente podemos tratar los síntomas que acompañan a esta infección. La gripe sí cuenta con una vacuna anual eficaz en un 80% de los casos, se recomienda específicamente a los mayores de 65 años y a cualquier persona que tenga una enfermedad crónica, pacientes inmunodeprimidos, personal sanitario y cuidadores de personas en grupo de riesgo. Para la neumonía contamos con la vacuna antineumocócica, indicada en personas mayores y en pacientes de grupos de riesgo. Es necesaria una dosis y otra de recuerdo transcurridos cinco o seis años. Recordar que una dieta equilibrada, dormir lo suficiente, controlar el estrés y hacer ejercicio regularmente contribuyen a tener nuestras defensas en buena forma.
Tratamientos
No hay un tratamiento específico para el catarro. Pero sí tenemos medicamentos para aliviar los síntomas que suelen acompañar al resfriado, como son: analgésicos (paracetamol, ibuprofeno) para la fiebre y los dolores musculares, descongestionantes nasales (no se recomienda abusar de ellos), antihistamínicos para disminuir las secreciones nasales y antitusivos para la tos (no tomar un antitusivo si la tos es productiva, solo tomarlos en caso de tos faríngea, irritativa o para poder dormir). En la gripe tampoco hay medicamentos específicos para tratarla una vez desarrollada la enfermedad, solo podemos aliviar las molestias, como en el resfriado.
Es importante recordar que el tratamiento de un catarro o la gripe con antibióticos no es de ninguna utilidad. Son enfermedades víricas y los antibióticos no actúan sobre los virus. Tampoco acortan su duración ni disminuyen la probabilidad de complicaciones y, además, su uso mal indicado favorece el desarrollo de resistencias a estos medicamentos.
Una dieta equilibrada, dormir lo suficiente, controlar el estrés y hacer ejercicio regularmente contribuyen a tener nuestras defensas en buena forma
Contamos también con plantas medicinales para aliviar las molestias, como: ajo, equinácea, malva, hisopo, eucalipto, regaliz, tomillo, salvia y flor de saúco, entre otras. Y los aceites esenciales para problemas respiratorios como: ravintsara, eucalipto mentolado, abeto balsámico, entre otros. Y los suplementos. Algunos estudios indican que la suplementación con zinc al inicio del resfriado reduce su severidad y duración. También la suplementación con vitamina C y D influyen en un sistema inmunitario idóneo.
Es muy importante hidratarse bien, con agua o infusiones, y descansar. Los vahos con eucalipto o menta piperita, son un remedio muy antiguo y efectivo para despejar las fosas nasales. En cambio, la bronquitis y la neumonía suelen precisar de tratamientos más complejos, las neumonías requieren antibióticos que prescribirá el médico.
Cuándo acudir al médico
Si la fiebre persiste más de 3 días, cuando la fiebre no remite al tomar un antitérmico y permanece siempre elevada. También cuando va acompañada de dolor de pecho, si existe dificultad para respirar o silbidos con la respiración y, sobre todo, si existe expectoración o mucosidad nasal verdosa o amarillenta. Si presenta dolor de oídos y hay un decaimiento general. Cuando observemos que los síntomas son de mayor intensidad o tienen una duración mayor de lo habitual (más de dos semanas), es necesario acudir al médico.
Si se sospecha de una neumonía es imprescindible la valoración médica y prestar una atención especial en niños, personas mayores, inmunodeprimidas o con enfermedades crónicas, como asma, EPOC, diabetes, insuficiencia renal, patologías cardiacas y cáncer, ya que presentan un mayor riesgo. No hemos incluido en las infecciones respiratorias la variante del coronavirus «ómicron» que presenta unos cuadros similares a algunos de los anteriormente mencionados. Para diferenciarla de las otras patologías es necesario un test de antígenos y/o preferiblemente una PCR.
Consulta a tu farmacéutico/a está muy cerca de ti. *La información contenida en esta página tiene carácter divulgativo y no pretende sustituir el consejo médico. Ante cualquier duda, consulte con un profesional de la salud.
Autora: Dra. Marta Castells, Farmacéutica
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