Es difícil convivir, adaptarse y aceptar una enfermedad crónica debilitante, como la fatiga crónica, que puede acompañarse de otros problemas, como la depresión, el estrés y la ansiedad. En algún momento de la enfermedad podrías presentar alguno de ellos, no te sientas culpable.

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Consejos para tratar la fatiga crónica

Tienes que aprender a manejar la situación y a pedir ayuda cuando la necesites, tanto a los profesionales de la salud como a las personas de tu entorno, pareja, familiares, amigos, etc. Es importante adaptarse a las nuevas limitaciones y ser consciente de que no podrás hacer lo mismo que antes. Debes evitar forzarte más de la cuenta y aceptar que padeces una enfermedad que te limita. Sobre todo, eludir las situaciones de estrés tanto físico como psíquico que empeoran los síntomas de la fatiga crónica. Busca apoyo emocional y psicológico, te ayudará a mejorar tu estado de ánimo para enfrentarte a la enfermedad. Intenta llevar un patrón de vida ordenado. Debes “pactar” con la enfermedad, tienes que vivir con ella y lograr adaptarte a la nueva situación. No te sientas frustrado/a ni culpable. No mires hacia atrás, la vida sigue, ves hacia delante de otra manera.

Debes “pactar” con la enfermedad, tienes que vivir con ella y lograr adaptarte a la nueva situación

Haz actividades sencillas que no comporten gran esfuerzo mental (ver TV, escuchar música, manualidades, puzles de piezas grandes y los 7 errores, leer libros sencillos con letra grande e imágenes). Evita los cambios posturales bruscos y las posiciones extremas de la cabeza. Evita las temperaturas extremas sobre todo el calor excesivo. En caso de llevar agentes metálicos como implantes, amalgamas dentales, piercings, y placas o tornillos, si es posible retíralos. Para la limpieza de la casa utiliza productos naturales y ventila bien. Establece un horario de sueño regular, acuéstate y levántate siempre a la misma hora (mantén esta rutina incluso fines de semana y vacaciones). Evita las siestas, y si las haces que no sobrepasen los 20 minutos. Elude comidas copiosas, cena ligero 2 horas antes acostarte. No bebas mucho en las últimas horas del día, (para no tener que levantarte para ir a orinar). Si no puedes dormir, levántate y ves al salón hasta que la somnolencia te aparezca. Concéntrate en la respiración, no pienses en nada más. Puedes tomar un baño relajante antes de ir a dormir, con aceites esenciales de lavanda (5-10 gotas en un poco de gel).

Intenta llevar una vida social activa para no caer en la sensación de aislamiento. Redistribuye las tareas en actividades más pequeñas para no sufrir un cansancio excesivo. Realiza técnicas de relajación para reducir el estrés y la ansiedad y promover una sensación de bienestar, como: respiración profunda, terapias de relajación muscular, estiramientos, yoga y tai chi.

Realiza técnicas de relajación como: respiración profunda, terapias de relajación muscular, estiramientos, yoga y tai chi

Evita realizar actividades intensas en aquellos días que te encuentres con más cansancio. Es importante que conozcas la naturaleza de la enfermedad y cuáles son los factores desencadenantes de los brotes. De este modo, quizás puedas introducir cambios en tu dieta, realizar ejercicios adaptados, acudir a rehabilitación y aprender a reducir el malestar postesfuerzo. También pueden ser de ayuda las asociaciones de afectados o los grupos de autoayuda. Hablar con personas que están viviendo lo mismo que tú puede ayudarte a entender mejor la enfermedad, a compartir experiencias y a sentirte acompañado/a.

Estas terapias son útiles tanto de forma individual o grupal. Es muy importante que conozcas tus límites personales de actividad mental y física, para poder planear la actividad y el descanso que necesites para mantenerte dentro de esos límites (cada paciente tiene sus propios límites). Debes aprender a equilibrar el descanso y la actividad para evitar el recrudecimiento de la enfermedad, que puede ser causado por el agotamiento.

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Para algunos pacientes realizar tareas y actividades diarias simples como limpiar, preparar una comida o ducharse puede ser algo difícil y podría ser necesario dividirlas en partes más cortas o que requieran menos esfuerzo. Escucha a tu cuerpo para conocer donde tienes el límite y no sobrepasarte. Si lo hicieras te aparecería el malestar post-esfuerzo. Consiste en el empeoramiento de los síntomas después de hacer hasta un mínimo esfuerzo físico, mental, o emocional de más. Por lo general, los síntomas empeoran entre 12 y 48 horas después de la actividad y pueden durar días o incluso semanas.

Debes aprender a equilibrar el descanso y la actividad para evitar el recrudecimiento de la enfermedad, que puede ser causado por el agotamiento

Debes evitar los ciclos de sobresfuerzos y recaídas mediante el manejo cuidadoso de la actividad. Estos ciclos se producen cuando tienes un buen día y te esfuerzas para hacer más de lo que normalmente intentarías hacer, quieres compensar el “tiempo perdido”, pero eso implica recaídas que te puede llevar a las crisis (empeoramiento de los síntomas). Evita en lo que puedas los esfuerzos “evitables”; siéntate mientras doblas la ropa, o en la ducha, toma descansos frecuentes y divide las actividades en partes más pequeñas. Si aprendes a escuchar a tu cuerpo podrás beneficiarte de aumentar “con mucho cuidado” los niveles de ejercicio para mejorar tu estado físico y no perderlo. Continúa realizando las actividades que toleras bien. Puede serte de utilidad llevar un diario donde expliques los niveles de lo que haces, “actividad, y descanso” y de cómo te sientes. Escríbelo y así veras lo que funciona y lo que no, lo que puedes hacer y lo que no.

¿Qué puedes hacer si convives con una persona con fatiga crónica?

Ante todo, empatiza con el paciente, ponte en su lugar. ¿Cómo estarías si fueras tú quien lo padeciese? No es fácil para el paciente adaptarse y convivir con esta enfermedad, que además es una enfermedad poco conocida en general. Para él/ella y para ti es una situación muy dura, las enfermedades crónicas agotan al paciente y a la pareja y/o al cuidador. Lo normal es que una vez le han diagnosticado el síndrome de fatiga crónica, pase por una fase de difícil aceptación por la pérdida de la funcionalidad que no volverá a tener. Este proceso puede durar tiempo. Además, la enfermedad no solo va a repercutir en el paciente, también en todo su entorno familiar, laboral y social.

Los familiares del paciente tienen un papel muy importante en su adaptación. Debes ayudarle a convivir y afrontar esta nueva situación

Es muy importante que no se sienta solo. Siempre debe poder contar con el apoyo de sus seres queridos. Los familiares del paciente tienen un papel muy importante en su adaptación. Debes ayudarle a convivir y afrontar esta nueva situación. Evitar en lo que sea posible los factores que agravan los síntomas, adapta los hábitos de vida y costumbres a sus limitaciones y prevé lo que pueda producirle dolor y cansancio. Procura conseguir un cambio de mentalidad, tanto en el enfermo como en los que le rodean, incluido tú, buscando un ambiente familiar relajado y libre de exigencias constantes. También debes evitar que se someta a situaciones de estrés y sobreesfuerzo. Recordarle que NO ha de aprovechar los días que se encuentra mejor para realizar sobreesfuerzos.

Piensa que es una enfermedad crónica en la que los síntomas persisten durante años, con más o menos intensidad. Puede mejorar y, otras veces, empeorar, cambiar con el tiempo, pero difícilmente desaparecerán y que necesitará controles periódicos para evaluar la evolución de la enfermedad y comprobar si son necesarias modificaciones en el programa de tratamiento.

*La información contenida en esta página tiene carácter divulgativo y no pretende sustituir el consejo médico. Ante cualquier duda, consulte con un profesional de la salud.

Consulta a tu farmacéutico/a está muy cerca de ti.

Autora: Dra. Marta Castells, Farmacéutica

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