Estar correctamente hidratado es fundamental para tener un estado óptimo de salud en todas las situaciones y a todas las edades. De todos los componentes del organismo, el agua es el más abundante: en los bebés constituye entre el 70-80% de su peso, en los adultos varones entre el 60 y 65% y en las mujeres entre el 55 y el 60%. Según The American Journal of Clinical Nutrition, «la cantidad total de agua se localiza principalmente en las células, las cuales acumulan dos tercios del agua del cuerpo, mientras el otro tercio se reparte entre el espacio alrededor de las células y la sangre».


El agua en el organismo
Y es que todas las reacciones químicas del organismo tienen lugar en un medio acuoso. Entre sus diversas funciones, el agua sirve para transportar los nutrientes, hace de vehículo para eliminar los productos de desecho, lubrica y da estructura a tejidos y articulaciones, regula el PH… Pero, una de sus funciones más importantes en estas épocas de calor, es la relacionada con el control de la temperatura de nuestro cuerpo. El agua permite disipar la carga extra de calor y evita la pérdida de electrolitos en el cuerpo, lo cual puede provocar una pérdida de energía y resistencia o incluso, si los niveles son muy bajos, puede causar calambres, dolores de cabeza, mareos, náuseas y en los casos más graves, desmayos y shock. Cuando hay deshidratación, la sangre se vuelve más espesa y circula con más dificultad.
El agua sirve para transportar los nutrientes, hace de vehículo para eliminar los productos de desecho, lubrica y da estructura a tejidos y articulaciones
Hidratación: Aumentar la ingesta de agua
Es fundamental aumentar la ingesta de agua durante el verano. En el caso de los ancianos, suelen ser frecuentes los problemas de deshidratación y termorregulación ya que, con la edad, se producen cambios en la función renal (los riñones ayudan a regular la concentración de magnesio, que a su vez ayuda al cuerpo a retener el potasio). Además de esto, hay una importante disminución de la sensación de sed que, unida a la ralentización del metabolismo, la presencia de enfermedades como la hipertensión, las enfermedades cardiovasculares, el consumo de fármacos, les convierten en un grupo más vulnerable.
También es importante el caso de los deportistas. En el ejercicio físico, un gran porcentaje de la energía producida para la contracción muscular se libera en forma de calor, que es necesario eliminar. Para eso el organismo pone en marcha mecanismos como la sudoración, que elimina, además de gran cantidad de agua, muchas sales minerales (sobre todo sodio) que el organismo no siempre tiene tiempo de equilibrar, por lo que debe ser apoyado desde el exterior.
El aporte de agua procede principalmente del consumo de líquidos, del agua de los alimentos sólidos (como frutas, verduras, hortalizas,…) y, en menor cantidad, de los procesos metabólicos de proteínas, grasas e hidratos de carbono.
Suplementación
El aporte de suplementos con electrolitos hará que la ingesta de agua sea más eficiente. Los electrolitos son minerales que se encuentran en nuestro medio interno, la sangre, la orina y en los tejidos y que, disueltos, tienen una carga eléctrica. Son de vital importancia ya que ayudan a regular la cantidad de agua del cuerpo y a la transmisión de los impulsos nerviosos y musculares. Su carga eléctrica puede ser positiva, si pierden electrones, en cuyo caso los electrolitos se llaman cationes (como el sodio, el potasio, el magnesio o el calcio) o puede ser negativa si los ganan y se llaman aniones (es el caso del cloro, flúor, fósforo o yodo).
Cuando hay deshidratación, la sangre se vuelve más espesa y circula con más dificultad
El calcio, el potasio y el sodio ayudan a retener y mantener un equilibrio de líquidos saludable en el cuerpo. Algunos ejemplos de aporte de electrolitos son el plasma marino hipertónico (que contiene 78 elementos de la tabla periódica) y es muy utilizado por gran cantidad de deportistas en las competiciones y entrenamientos, o el agua de coco virgen: que contiene potasio, calcio, sodio, fósforo y magnesio, vitaminas (C, B1, B2, B3, B5 y B6), aminoácidos, antioxidantes y fitonutrientes.
Existen suplementos (en forma de polvos, comprimidos o preparaciones listas para ser bebidas) enriquecidas con electrolitos y vitaminas que apoyan el proceso de rehidratación y permiten el remplazo puntual de éstos (sobre todo, sodio y potasio).
Otros electrolitos fundamentales que suelen incluir estos suplementos son, por ejemplo, el cloro, que facilita la absorción de fluidos y es necesario para la correcta digestión y mantenimiento de los jugos gástricos. El calcio interviene en la contracción muscular, en la actividad neuromuscular, la conducción nerviosa y la coagulación sanguínea. O también el hierro, que forma parte de los glóbulos rojos, es fundamental en el transporte de oxígeno.
Autora: Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu
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