La Homeopatía es una terapéutica con unas características muy específicas y que requiere una cierta comprensión de los principios en los que se basa si queremos tratarnos con ella y sacarle el máximo provecho. Lo que la gente sabe, en general, es que «es natural» y que se dan unas bolitas… Este pobre bagaje conceptual e informativo, no hace justicia a todo el conocimiento que atesora su filosofía ni al enorme potencial de los medicamentos que se utilizan en los tratamientos homeopáticos.

Salud, Enfermedad y Curación
Empecemos por lo de «natural». En terapia, normalmente se refiere al empleo de productos que se encuentran en la naturaleza. Habitualmente plantas, minerales u otros que no han sido creados artificialmente por el ser humano. Aunque esto es básicamente cierto, en el caso de la Homeopatía el adjetivo «natural» va mucho más allá y se extiende a los procesos biológicos que están detrás de los conceptos de Salud, Enfermedad y Curación.
Efectivamente, ya desde la antigua Grecia, en nuestra cultura, y desde mucho antes en otras culturas milenarias, se reconoció el poder curativo del propio organismo y la necesidad de adaptarse a los ciclos de la naturaleza para vivir en harmonía y preservar la salud individual y colectiva. Esto que parece una verdad de Perogrullo, fue substituido por un criterio utilitarista y explotador de la naturaleza y la percepción de la enfermedad como algo ajeno al organismo y contra lo que hay que luchar. «La lucha contra la naturaleza», «la lucha contra la enfermedad», «la lucha contra la inflación»… este lenguaje guerrero tan habitual en nuestra sociedad, traduce una forma de estar en el mundo basada en la separación, la lucha, el enfrentamiento y la conquista.
Los médicos homeópatas utilizamos medicamentos carentes de toxicidad que «estimulan» y «activan» de forma muy suave, una respuesta adaptativa que restaura los procesos de autorregulación y la recuperación de la salud
La Medicina Occidental, fruto de esta cultura, no ha podido substraerse a ese mismo enfoque y la terapéutica farmacológica convencional refleja fielmente la misma filosofía, como indica la clasificación genérica de los propios fármacos en… antibióticos, anti-histamínicos, antiinflamatorios, anti-diabéticos, antidepresivos… etc.
¡Ojo! No quiere decir que no funcionen, han salvado vidas y alivian cada día el sufrimiento de millones de personas, pero en muchas enfermedades no es necesariamente ni la única ni la mejor opción. El paciente, depende de la toma diaria, habitualmente de varios fármacos y en muchos casos, de su uso para toda la vida, ya que los síntomas reaparecen en cuanto se suspenden.
Utilicemos el poder del propio organismo para la curación
¿Qué pasaría si en vez de plantearnos una terapéutica agresiva basada en luchar, vencer, matar, etc. lo hiciéramos utilizando una estrategia respetuosa con el organismo?, ¿una que supiera aprovechar los propios procesos biológicos de regulación y autocuración? Pues bien, justamente ese es el enfoque de muchas de las llamadas Terapias Complementarias o Alternativas. En ellas, conceptos como nutrir, activar o estimular substituyen los términos belicistas mencionados más arriba.
La Homeopatía concretamente, parte del reconocimiento del ser humano como un conjunto vivo, indivisible y único, que funciona de forma autorregulada y con capacidad de respuesta y adaptación a los estímulos, tanto del medio externo como del interno, para mantener la «homeostasis» o funcionamiento adecuado del mismo. Cuando el organismo se ve superado en su capacidad de adaptación y aparece la enfermedad, los médicos homeópatas utilizamos medicamentos carentes de toxicidad que «estimulan» y «activan» de forma muy suave, una respuesta adaptativa que restaura los procesos de autorregulación y la recuperación de la salud.
En el caso de la Homeopatía el adjetivo «natural» va mucho más allá y se extiende a los procesos biológicos que están detrás de los conceptos de Salud, Enfermedad y Curación
En este proceso curativo, pueden producirse a veces reacciones depurativas o una intensificación transitoria de algunos síntomas superficiales que generalmente han sido suprimidos previamente por algún tratamiento sintomático. Por ejemplo, en el caso de un asma podría reaparecer un eczema previo tratado con corticoides o en el de un niño con amigdalitis de repetición tratadas con antibióticos y antiinflamatorios, un dolor transitorio de garganta… justamente en estos casos, si no entendemos que esta reacción forma parte del proceso curativo e interferimos volviendo a aplicar un tratamiento «anti-«, podemos volver a «la casilla de salida» y perpetuar de nuevo la enfermedad que estamos intentando curar.
Así pues, seamos respetuosos con «la Naturaleza», confiemos en los procesos naturales de curación y en vez de luchar contra ella, ayudémosla cuando lo necesite.
Autor: Dr. Juan José Dallarés Angulo, Medicina Integrativa-Homeopatía, Col. Nº 14.666 Barcelona
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