La cantidad de plantas medicinales que poseen una acción beneficiosa sobre los trastornos del hígado y de la vesícula biliar es relativamente elevada. Muchas de ellas se conocen desde hace muchos siglos. Otras, en cambio, se han descubierto no hace tantos años, gracias a estudios experimentales, colocando una sonda duodenal y analizando la cantidad y calidad de la bilis emitida tras la administración de toda una larga serie de plantas medicinales, tanto en forma de infusión como de extractos. Curiosamente, algunas de ellas eran utilizadas por la tradición popular para otros fines.

En la vesícula
Hoy en día existe una gran cantidad de pacientes con molestias en la vesícula y vías biliares que se someten a una intervención quirúrgica para librarse de sus padecimientos. Es cierto que gracias a los progresos experimentados en la práctica de la anestesia y en la técnica quirúrgica, se presentan actualmente menos riesgos de que surjan complicaciones que hace unos años. Sin embargo, el número de enfermos operados de la vesícula biliar es tan elevado que muchos son los pacientes que presentan trastornos postoperatorios. Es el conocido «síndrome post-colecistectomía» del que tanto se habla en medicina y que no pocas veces requiere una nueva intervención quirúrgica.
Calor local
Una importante medida práctica es la aplicación, sobre la región del hígado, de calor local, (en forma de saquito de heno, emplasto de patatas, barro caliente, etc.), después de cada comida. Los medicamentos a que suele recurrir la medicina oficial en estos casos varían, desde las inofensivas sustancias lipotrópicas y el complejo vitamínico B, hasta los peligrosos corticoides y fármacos inmunosupresores, sin que en la mayoría de los casos esté demostrada su verdadera eficacia.
La cantidad de plantas medicinales que poseen una acción beneficiosa sobre los trastornos del hígado y de la vesícula biliar es relativamente elevada
Fitoterapia, un recurso no agresivo
El tratamiento a base de determinadas plantas medicinales desempeña aquí un importante papel. No hay que olvidar, por otra parte, que la inmensa mayoría de las colecistopatías (padecimientos de la vesícula y vías biliares) se presentan en estado latente y muchas veces se trata, en realidad, de trastornos funcionales crónicos (disquinesias).
Las plantas medicinales que vamos a emplear en estos casos serán aquellas que posean no sólo una destacada acción colerética (aumento de la secreción de bilis por el hígado) y colagoga (aumento o aceleración de la evacuación de la bilis por estímulo de la contracción de la vesícula biliar), sino además, a ser posible, espasmolítica (antiespasmódica), carminativa (que impide la formación o favorece la expulsión de gases intestinales), tonificante (donde determinados «amargos» –ajenjo, cardo mariano, etc.– desempeñan un importante papel) o laxante.
Es frecuente que padecimientos de la vesícula biliar se acompañen de estreñimiento; observándose, a menudo, cómo la regulación de las deposiciones intestinales actúa de forma muy favorable sobre la evolución de la enfermedad biliar. Conviene seguir una serie de normas dietéticas generales, como evitar alimentos grasos, fritos o cocinados con aceites recalentados. Limitar su uso al máximo o poner gran cuidado con las legumbres, las especias fuertes (dosis elevadas), las verduras flatulentas (col, coliflor, etc.) y la fruta en gran cantidad.
Es inútil tratar de endulzar el característico sabor amargo del ajenjo con miel o azúcar, ya que lo dulce con lo amargo no combina bien
Utilidad de las plantas medicinales
En cambio, disponemos de ciertas plantas medicinales con grandes perspectivas, entre las que cabe destacar el cardo mariano (Sylibum marianum) que podemos considerar como la planta de elección en el tratamiento de las hepatitis, tanto agudas (víricas) como crónicas, y de la extendida «esteatosis hepática», con las ventajas, frente a otros medicamentos, de estar desprovista de acciones secundarias indeseables (no hay toxicidad). Dentro de las posibilidades fitoterapéuticas del tratamiento de las enfermedades del hígado, vesícula y vías biliares, cabe destacar:
AJENJO (Artemisia absinthium). Sus propiedades medicinales se conocen desde muy antiguo; se trata de un «Amarum aromaticum», debido a las substancias amargas y aceites aromáticos que contiene. Su empleo como aperitivo, tanto en forma de infusión, como formando parte de determinados vinos o «wermuts» (nombre del ajenjo en alemán) ha gozado desde siempre de una gran tradición. De su composición química nos interesan principalmente esas sustancias amargas que contiene y que determinan su acción medicinal.
- Infusión: 1 cucharadita de ajenjo en una taza de agua hirviendo. Se deja reposar unos 10 minutos y se tomará bien caliente después de cada comida. En cuanto a su característico sabor amargo, es inútil tratar de endulzarlo con miel o azúcar, ya que lo dulce con lo amargo no combina bien. Es preferible dejar su sabor natural, al que pronto uno se acostumbra.
- Tintura (disolución alcohólica): de 10 a 30 gotas, tres veces al día. Normalmente haremos uso del ajenjo, tanto en forma de una cura (toma periódica) de tres a cuatro semanas, como tras un error dietético (comida copiosa, rica en grasas, etc.) o excitación psíquica (estrés, preocupaciones, accesos de ira, etc.).
Existe además un par de plantas aromáticas condimenticias que pertenecen a la misma familia botánica que el ajenjo. Se trata del estragón (Artemisia dracunculus) de gran aprecio en la cocina francesa, y el abrótano (Artemisia abrotanum). Ambas deberían ser empleadas más a menudo por parte de aquellas personas que padecen trastornos de la vesícula biliar.

CARDO MARIANO (Silybum marianum). Gracias a un principio activo que contiene, la Silimarina, el cardo mariano es considerado como la mejor planta medicinal que disponemos en el tratamiento de las enfermedades del parenquima hepático (en particular las hepatitis). Desde el punto de vista farmacológico, cabe mencionar una notable y probada acción, tanto protectora como curativa, gracias a su acción directa sobre la membrana de las células que forman propiamente el hígado.
Los trastornos a nivel del estómago e intestino mejoran, y disminuye la sensación de opresión en la parte superior derecha del abdomen (zona hepática). Además, las cifras de bilirrubina y transaminasas en suero (valores que suelen hallarse alterados en las hepatitis) tienden a normalizarse.
- Infusión: se emplean los frutos de la planta (Fructus Cardui Mariae). La dosis es de 1 cucharadita por taza de agua hirviendo, dejando reposar de 10 a 15 minutos. Se toma bien caliente y a pequeños sorbos, 3 o 4 veces al día (por las mañanas, en ayunas; media hora antes de la comida y cena, y por la noche antes de acostarse). Es recomendable añadir a la infusión unas hojas de menta, no sólo para mejorar su sabor, sino también como refuerzo de su acción medicinal.
- Tintura (solución alcohólica): 20 gotas, de 3 a 4 veces al día.
- Extractos farmacológicos: Legalón, Hepafungin, etc.
El cardo mariano (Sylibum marianum) es la planta de elección en el tratamiento de las hepatitis, tanto agudas (víricas) como crónicas
CELIDONIA (Chelidonium majus). Cabe destacar en la celidonia un principio activo (alcaloide) de notable acción espasmolítica, tanto de las vías biliares como de los bronquios.
- Infusión: 2 cucharaditas (hierba entera, desecada y troceada) por taza de agua hirviendo. Se deja reposar unos 10 minutos y se toma bien caliente, tres veces al día, entre las comidas. Normalmente una cura con celidonia dura unas tres semanas.
- Tintura (solución alcohólica): 20 gotas, 3 veces al día. Si queremos conseguir una acción colagoga más intensa, podemos combinar dicha tintura con las de cardo mariano y belladona, y con los aceites aromáticos de la menta.
Otras plantas interesantes
Entre otras: Alcachofa (Cynara Scolymus). Milenrama (Achillea milefolium). Rábano (Raphanus sativus). Diente de león (Taraxacum officinale). Menta (Mentha piperita). Espliego (Lavandula officinalis). Romero (Rosmarinus officinalis). Maro (Teucrium marum). Boldo (Peumus boldo).
Autor: Jaume Rosselló, Editor especializado en salud y alimentación
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