Vivimos momentos de estrés, un trastorno que en realidad no deja de ser un mecanismo de supervivencia —o de alerta, o de enfrentamiento, o de fuga— que sirve para sobreponernos a las dificultades con un gasto de energía excepcional. El estrés nos ayuda a superar problemas y riesgos, pero si se prolonga en el tiempo suele ser una importante causa de enfermedades y trastornos, y el primer sistema afectado es el sistema inmunitario. La fitoterapia puede ayudarnos a combatirlo.

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Una respuesta del organismo

La palabra “estrés” deriva del latín stringere, que significa tensionar o poner en tensión. Hace menos de cien años que lo conocemos como tal: en 1936, un médico y fisioterapeuta, el Dr. Hans Selye, lo definió por primera vez como «una respuesta no específica del cuerpo frente a cualquier demanda de cambio». Él mismo señaló las fases del estrés, como cuando el cerebro, ante una incidencia, da la orden de respuesta inmediata a las glándulas suprarrenales, forzando la liberación de neurotransmisores como la epinefrina y la norepinefrina. Es la fase bioquímica que nos hace estar “como si hubiéramos tomado cuatro cafés”, es decir, en estado de alerta o de tensión.

El estrés hace consumir más magnesio, lo cual empeora el déficit de este mineral

Ante estas órdenes, el hipotálamo activa otras partes de las glándulas suprarrenales y segrega cortisol, a lo que el sistema nervioso responde con un estado de alerta, una reducción del dolor, una focalización de la atención y una reducción inmediata de la libido, ya que en ese momento hay otras prioridades.

Magnesio

El estrés hace consumir más magnesio, lo cual empeora el déficit de este mineral. Por eso conviene incluir en la dieta una gran cantidad de frutas y verduras (al menos cinco piezas al día). También de frutos secos (higos, especialmente), que son muy ricos en magnesio, tan esencial en la nutrición como elemento que ayuda a relajarnos.

Tendrán más protagonismo los alimentos —de cultivo ecológico— ricos en magnesio, como las legumbres (incluida la soja), cereales integrales (por ejemplo, copos de avena), y verduras como el brécol, espinacas, guisantes, acelgas, fruta seca. Podemos además suplementar con magnesio (carbonato o sulfato de magnesio, especialmente), hasta 2 gramos diarios (normalmente en forma de comprimidos, uno o dos al día).

Plantas medicinales de efecto sedante

  • Espino albar (Crataegus oxyacantha, Crataegus monogyna): las flores son un remedio magnífico, ya que su infusión ayuda a bajar la tensión arterial evitando las palpitaciones. Ponemos dos o tres cucharaditas por taza y las dejamos en infusión tres o cuatro minutos antes de filtrar.
  • Valeriana (Valeriana officinalis): se utiliza su raíz, en infusión larga, o bien en comprimidos o cápsulas que no hacen sentir su fétido olor; el sabor, sin embargo, no es tan desagradable. Si la tomamos en forma de comprimidos o cápsulas, podemos tomar dos, hasta 3 o 4 veces al día como tratamiento de ataque. Junto con la melatonina, ayuda además a dormir mejor, y de día no tiene por qué dar somnolencia.
  • Melisa (Melissa officinalis): es discretamente relajante, menos que las anteriores, pero la melisa o toronjil es un complemento ideal de bastantes tisanas y da un agradabilísimo sabor a las infusiones relajantes.
  • María Luisa (Limpia citriodora): de origen sudamericano, esta planta es, además de un agente de sabor, una excelente planta medicinal, que al igual que la melisa podemos utilizar en infusión.
  • Flor de la Pasión (Pasiflora spp): a pesar de su nombre, es poco apasionada y propia para las pasiones diarias que nos inducen al estrés. Se usan sobre todo las hojas, en infusión o decocción, generalmente mezcladas con las otras que hemos comentado. Relativamente rica en harmano, tiene una discreta actividad antidepresiva a medio plazo. Se presenta también en extractos, tinturas y comprimidos o cápsulas.

El hipérico ayuda a estabilizar el ánimo, pero no debe consumirse mezclado con fármacos antidepresivos, ya que podría aumentar sus efectos

  • Amapola de California (Eschscholzia califórnica): los alcaloides de esta amapola aparecen en alta concentración en sus pétalos y tallo y tienen propiedades sedantes. Es cada vez más utilizada en caso de insomnio, ansiedad, depresión, nerviosismo, etc.
  • Estragón (Artemisia dracunculus): puede ser útil en caso de estrés por sus propiedades analgésicas, que conducen a la relajación del organismo y a sentirse en paz. La planta favorece el apetito y el equilibrio mental.
  • Hipérico (Hypericum perforatum): algunos llaman a esta planta el “prozac” natural. Existe una infinidad de estudios que reconocen el valor del hipérico o Hierba de San Juan para aliviar el estrés, la ansiedad y el nerviosismo, gracias a 12 de sus componentes biológicamente activos que ayudan a tranquilizar. El más importante de ellos es la hiperforina, una sustancia sedante. El hipérico ayuda a estabilizar el ánimo, pero no debe consumirse mezclado con fármacos antidepresivos, ya que podría aumentar sus efectos. Tampoco debe exponerse al sol quien lo consuma, ya que es una planta fotosensible que podría manchar la piel. Quienes decidan seguir un tratamiento con hipérico han de tener en cuenta que los efectos suelen notarse al cabo de unos 20 días.
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Plantas adaptógenas

Las plantas adaptógenas tienen la capacidad de estimular la resistencia del organismo en caso de estrés. Se suelen administrar junto a otras plantas, como las de efecto sedante, que ayudan a controlar el nerviosismo, la ansiedad o el insomnio, algunas de las manifestaciones más comunes del estrés.

  • Ginseng (Panax ginseng): conocida desde hace milenios, la raíz de ginseng y algunos de sus componentes ejercen efecto estimulante sobre el sistema nervioso central y la transmisión sináptica, que se traduce en un aumento de la resistencia al cansancio y al estrés, con prestaciones psicomotoras mejoradas. Es eficaz en personas mayores con déficit de energía, y solo en periodos controlados de tiempo. Existen muchas preparaciones de ginseng, y de combinaciones para la fatiga con otras plantas o complementos. Un exceso de ginseng provoca ansiedad y nerviosismo, aunque no tanto como el café. Puede interaccionar con otros medicamentos (antihipertensivos, ansiolíticos, inhibidores de la monoamino-oxidasa, anticoagulantes orales, estrógenos, corticoides, antidiabéticos, xantinas y digitálicos). No se recomienda su uso prolongado, especialmente en mujeres.
  • Astrágalo (Astragalus membranaceus): utilizado sobre todo en medicina tradicional china como un tónico potente y estimulante del sistema inmunitario.
  • Eleuterococo (Eleuterococcus senticosus): conocido también como “el ginseng siberiano”, pertenece a la misma familia que el ginseng genuino, aunque no produce tanto nerviosismo a dosis elevadas y es más recomendable para las mujeres. Con todo, su uso en el estrés ha de seguir las mismas pautas que el resto de plantas adaptógenas y se evitará un uso prolongado.
  • Withania (Withania somnifera): es una planta rica en lactonas esteroideas y alcaloides, que nos ayudan a mejorar el rendimiento energético. Conocida en la India como “ashwagandha”, la withania mejora la resistencia al estrés y se considera que actúa aumentando la secreción de hormonas de las glándulas suprarrenales. Al ser una planta exótica, la encontraremos principalmente en forma de cápsulas o en preparados farmacéuticos.

Las plantas adaptógenas tienen la capacidad de estimular la resistencia del organismo en caso de estrés

En aceite esencial

  • Ylang-ylang (Cananga odorata): tiene propiedades relajantes y a la vez estimulantes; es un aceite muy utilizado en casos de depresión o tristeza, ya que por un lado ayuda a la relajación, calma la ansiedad y las palpitaciones y ayuda a descansar por la noche, y, por otro, su aroma penetrante y dulce mejora el ánimo y ayuda a estimular sensaciones positivas.
  • Tila (Tilia platyphylos): esta planta, cuyo uso se está olvidando, ha sido un calmante clásico de varias generaciones, sobre todo por el parnesol que aparece en su aceite esencial, que es un buen sedante y espasmolítico, indicado en caso de nerviosismo, ansiedad e insomnio.
  • En aceite esencial, y de forma complementaria, podemos utilizar otras plantas populares como la lavanda, el jazmín o el romero, en especial a modo de excelentes ambientadores caseros, utilizando un par de gotas de aceite esencial en un difusor, a modo de aromaterapia.

Autor: Jaume Rosselló, Editor especializado en salud y alimentación

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