El uso de las plantas con fines terapéuticos es tan antiguo como el hombre, así que podemos afirmar que la fitoterapia es la medicina más antigua y probada del mundo, aunque el término «fitoterapia» como tal fue empleado por primera vez por el médico francés Henry Leclerk a principios del siglo XX.

Fitoterapia: infusiones, infusos y tisanas

La fitoterapia a lo largo de la historia

Las sociedades prehistóricas, se daban cuenta de aquello que les dañaba de forma accidental y de la misma manera, identificaban las sustancias que tenían propiedades curativas. Restos arqueológicos encontrados en Italia y estudios científicos a partir de los restos de neandertales encontrados en la cueva de Sidrón, en Asturias, descubrieron que ingerían plantas amargas (concretamente aquilea y camomila) y dado su escaso valor nutritivo hacen suponer que ya eran utilizadas con fines medicinales.

Los documentos más antiguos respecto al uso de plantas medicinales datan del imperio sumerio (3000 A.C.) y China. El Ayurveda, la Medicina Tradicional China, Egipto, Mesopotamia, la Antigua Grecia, Roma… todas las civilizaciones han empleado la fitoterapia como medicina.

¿Qué son los fitocomplejos?

A diferencia de la farmacopea de síntesis (que aísla la molécula con el principio activo que le interesa), la fitoterapia emplea el fitocomplejo, es decir, el conjunto de los principios activos y resto de componentes naturales contenidos en la droga vegetal (la parte de la planta que contiene todos los principios activos).

La forma más extendida de extraer y administrar estos fitocomplejos es la forma líquida, los llamados “hidrolitos fitofarmacéuticos” en los que se emplea el agua como disolvente y el calor para facilitar la extracción y solubilidad de los principios activos. Dentro de estos hidrolitos están las conocidas infusiones, aunque en realidad llamamos infusión a lo que sería un infuso o una tisana (cuando se mezclan varias plantas). Según la farmacopea española, en la infusión se lleva a ebullición el agua, se vierte la planta y después dejar macerar 30 minutos, mientras que en el infuso, la maceración es de 3 a 5 minutos.

Respecto a tomarnos una infusión, infuso o tisana, aprovechamos para recordar a la admirada y recientemente fallecida Palmira Pozuelo (farmacéutica naturista gran amante y divulgadora del poder de las plantas) que decía: “sentir que nos estamos cuidando, con cada sorbo nos sentiremos conectados con el sabor de la Madre Tierra que generosamente nos lo ha ofrecido y que, con el mismo amor que nuestra madre, nos protege, nos sana y nos alimenta”.

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Autora: Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu.
Publicado originalmente en Bio Eco Actual

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